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La ventana

Ni en pintura refrescante

Me topo con el nuevo vice de la Comunidad de Madrid en el instante en que le inquieren por los «bien comidos pasajeros» del barco sumido en la zozobra, a los que bautizó de ese modo el memorable Marcos de Quinto e Ignacio Aguado responde: «No voy a entrar a valorar los twits de compañeros, lo que sí me preocupa es el fondo de lo que está ocurriendo en el Mediterráneo. Cada vez que veo a mujeres embarazadas, a niños, a adultos... se me ponen los pelos de punta porque no somos capaces como Unión Europea de resolver el problema, que es un drama». Uno lo escucha ahí, aupado a las más altas cotas de miserias del poder por aquellos a los que les gustaría ser Salvini pero dan para lo que dan y no puede más que sentir fascinación por la manera en que se le ponen los pelos de punta. No es descartable que se sientan astutos retorciendo la realidad. Lo cierto es que no cualquiera sirve.

Casado reaparece para destacar la sólida (?) trayectoria de Ayuso y, envuelto en su incipiente barba, resalta las concluyentes explicaciones de la presidenta en torno al juguetón aval recibido por el padre de ésta, lo que pone de manifiesto el finísimo oído que debe tener el ínclito. Entonces comenta que la semana que viene se afeitará y es cuando Moreno Bonilla le dice «pues te queda muy bien». Antes de que llegue Aguirre, se bese con Gallardón y el invento de Rivera profundice a fondo en la regeneración dejo el acto de exaltación de la mandamás madrileña, responsable mira por donde en su día de los twits de Esperanza, de donde se colige que Dios los cría y que ya están juntos.

Derivo al programa de Màxim y el exministro de Cultura mira fijo a cámara: «Pero, ¿cómo son hoy nuestras toallas?». Digo: «¡Uf! Pese a lo que le han dado, va a muerte», ya que, nada más acabar de darle mandobles a Iglesias en la inútil sesión aquella, Sánchez se fue al plató de Piqueras con el único afán de repetir hasta la saciedad: «yo no tiro la toalla». Pero yo sí.

Y dejo corriendo las conexiones invadido por un único pensamiento: ¡Vaya toalla!

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