No sé si quedarme esta semana con la cara de Melania Trump ante el cesto de pimientos de Madame Macron en la pasada cumbre del G-7 durante el picnic de las primeras damas o con las de la ministra de justicia-en funciones- Dolores Delgado y la de la secretaria de Estado, Irene Lozano, de ese artefacto creado para despertar vocaciones secesionistas llamado España Global, ante los familiares de los soldados republicanos españoles que ayudaron a liberar Paris del nazismo. La curiosidad de la primera dama de los Estados Unidos por los pimientos vascos-franceses se transforma en perplejidad ante un gobierno socialista homenajeando los combatientes antifascistas al otro lado de los Pirineos, mientras a este lado, la palabra República, sólo de escucharla, les produce estreñimiento constitucional. De eso, se dice coherencia política. Memoria histórica de prêt-à-porter. La ministra de Defensa- y no faltaría más, en funciones- Margarita Robles manda un buque de de la armada, el Audaz- ¿Quien será el encargado de poner estos nombres tan ilustrados?- para trasladar a 15 emigrantes del Open Arms y el puerto de Lampedusa se les queda más pequeño que Port SaPlaya. Política de gestos. De eso se dice, entre otras cosas, optimización de recursos.

Lo de España Global, ya no sé si es la marca blanca de España Suma, o si Suma España es la España Global de siempre. De todas formas puestos a españolear- como cantaba con alegría el valenciano Luís Lucena- me sigo quedando con el eslogan franquista de Spain is diferent. Despues de más de cincuenta años continua igual de garboso y función multiuso. Y es que del Spain is diferent al España Global, todo se vuelve a reducir al ya clásico Una, Grande, y ahora por lo visto, Global. Como el éxito de la catalana Rosalía, versión puesta al día de Marifé de Triana y de la que confieso mi tibieza por su estilo vocal, que ha hecho, esta vez sí, historia global ganando un MTV Award Music. Igual padezco de un tipo de obsolescencia programada con todos aquellos géneros musicales posteriores al Casatschok de Georgie Dann. Otros que recibirán premio, en este caso un Grammy Latino a la Excelencia serán el duo argentino Pimpinela, aunque en este caso el galardón se lo debería entregar el Colegio de Psicoanalistas por su inestimable contribución a la visualización de las neurosis familiares contemporáneas.

Nunca han entrado entre mis placeres culpables las canciones de los hermanos Galán y en la música duo Pimpinela. Por el contrario, me reconozco un punto de fascinación y placer sadomasoquista por algunas de las canciones de Raphael. He asistido a varios conciertos, en diferentes momentos de su carrera musical, y confieso la comunicación casi orgiástica que se produce entre público y cantante. A su lado cantantes como Julio Iglesias o Bertín Osborne, por situarnos a la derecha del Dios padre musical, se diría que padecen parálisis minimalista. O lo que es lo mismo, una expresividad que se extiende exactamente de la A a la B. Entre los momentos raphaelianos más gloriosos que recuerdo está su interpretación del tema de José Luis Perales ¿Y como es él? que en las artes expresivas y escénicas de Raphael casi convertían la interpretación de la canción en un interrogatorio por parte de la Gestapo a un miembro de la Resistencia francesa.

Estas últimas semanas andamos de nuevo de aniversario, la verdad es que salimos a celebración semanal. Despues de haber celebrado la realización de la ya icónica fotografía de los Beatles cruzando el paso de cebra para la portada de Abbey Road, se cumplen los cincuentas años de la salida del disco homónimo. Mis recuerdos de las canciones del álbum, Come togheter, Something, me dirigen a la pista de unos coches de choque en aquella Feria de Navidad que se celebraba en el Paseo de la Alameda y punto de encuentro juvenil. Las canciones de los Beatles, si se hiciera una cronología sentimental, seguro que se podría escribir a través de ellas la historia sucesiva de varias generaciones. Ahora que las fotografías publicitarias del álbum han vuelto a salir a la luz, llama la atención el cambio físico de los autores de Abbey Road con aquellos jóvenes que asomaban su cabeza por el hueco de la escalera diez años atrás. De aquellos cuatro muchachos llenos de optimismo y cuya amistad parecía indestructible a los músicos barbudos de Abbey Road que litigaban en los despachos de abogados por asuntos económicos, parecía haber pasado una eternidad. Toda una vida.

Como no hay dia en que la cuestión feminista no ocupe algun espacio destacado de la información, quiero recomendar la exposición que se inaugurará el próximo 25 de septiembre al Centro de Arte Reina Sofia con el titulo de las Musas insumisas y la actriz y directora de cine Delphine Seyrig como protagonista. Aunque no figura entre las caras más conocidas del cine francés, Delphine Seyrig (1932-1990) fue reclamada por directores como Luis Buñuel, Jacques Demy, Françoise Truffaut, Alain Resnais o Marguerite Duras. Su figura- vestida por Chanel- recorriendo los escenarios como un bello fantasma El año pasado en Marienbad ya forma parte de la historia del cine. Fue precisamente este personaje construido sobre un estereotipo femenino, la mujer misteriosa y sofisticada, el que la llevará a un proceso de reflexión sobre el papel de la mujer en la industria del cine. Delphine Seyrig sería una de las firmantes del famoso manifiesto por la despenalización del aborto- lo firmaron entre otras, Catherine Deneuve, Françoise Sagan y por supuesto Simone de Beauvoir- también conocido como Manifest de les 343 salopes ( Manifiesto de las 343 putas). No está mal, en unos momentos en que desde diferentes frentes y tribunas mediáticas se cuestionan y se ataca con infamias, algunas de las conquistas y avances del movimiento feminista, recordar a figuras como Delphine Seyrig que unieron su compromiso feminista y artístico. Algo, que por lo que se ve, para algunos les sigue resultando insoportable.