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Se ha escrito un crimen en el espacio

Acaba de cometerse, presuntamente, el primer crimen de la humanidad en el espacio exterior. La astronauta estadounidense Anne McClain ha sido denunciada por su exmujer, Summer Worden -ex empleada de Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos- por suplantar su identidad para entrar en sus cuentas bancarias. La peculiaridad estriba en que McClain accedió al dinero de su exmujer desde un ordenador de la Estación Espacial Internacional. Eso sí, no robó ni un dólar. Alegó que sólo estaba velando por las finanzas de su pareja porque, por entonces, aún eran compartidas y quería saber si había fondos suficientes para pagar las facturas y los cuidados del niño que tenían en común.

Como trasfondo del primer delito extraterrestre está una complicada ruptura sentimental y la disputa por un hijo. Pero, sea cual sea el resultado del proceso judicial abierto, ya hay expertos que alertan de que nuestro derecho y nuestra justicia se nos están quedando cortos. Danielle Irlanda-Piper, profesora de Derecho Internacional en la Bond University, en Australia, aporta en la plataforma de divulgación científica The Conversation algunas pistas para resolver el primer «crimen» espacial. En este caso la respuesta es fácil: la presunta autora es estadounidense y la víctima también, así que se aplicarán las leyes penales de EEUU.

En el espacio, precisa, hay que actuar legalmente como en alta mar, un ámbito que pertenece a todos y que nadie puede apropiárselo. Ya hay cinco tratados internacionales para regular las actividades extraterrestres -hay 50 naciones con actividades espaciales- y todos están coordinados por la Oficina para Asuntos del Espacio Exterior de Naciones Unidas. (Sí, parece la oficina de «Men in Black», pero existe realmente). En términos generales el astronauta delincuente está sujeto a la ley de su país de origen o a la ley del país propietario de la nave en la que viaje. La legislación otorga al «armador» de la nave espacial jurisdicción sobre "cualquier personal" que lleve a bordo. Aquí se abre la primera laguna, apunta Danielle Irlanda-Piper: ¿el término «personal» incluiría también a un turista espacial español que decide matar a un turista francés en una nave estadounidense? ¿Y si el criminal tiene nacionalidad doble? En la Estación Espacial Internacional el asunto ya está regulado. Canadá, los socios europeos, Japón, Rusia y Estados Unidos han acordado que «pueden ejercer jurisdicción penal sobre el personal en cualquer vuelo que hagan sus respectivos nacionales». El temas está en lo que puede ocurrir en vuelos privados, como en las líneas de turismo espacial que promete Virgin Galactic, con «horarios regulares para particulares e investigadores». Y otro asunto: ¿dónde comienza realmente el espacio, a partir de qué altura?

Como han leído, si quieren delinquir a sus anchas, aún queda espacio libre allá arriba. Aprovechen porque por aquí, con tanta tecnología y tantas pruebas de ADN, cada día se hace más difícil consumar el crimen perfecto.

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