Este fin de semana termina el clásico período de vacaciones y nos disponemos a afrontar el conocido estrés post-vacacional, aunque no cabe duda de que unos más que otros, y en este caso, al presidente en funciones Pedro Sánchez le espera un mes de septiembre especialmente complicado y con la mirada puesta en la fecha del 23 de septiembre, donde se convocarían nuevas elecciones generales.

Desde que se produjera la investidura fallida en julio, poco o nada han cambiado las circunstancias políticas y las posibles alianzas. Después de cuatro años de estancamiento, el cual arrastramos desde la época de Rajoy, parece que nuestros políticos siguen en su particular lucha de egos y no están muy interesados en evitar unas nuevas elecciones. De ese modo, el acuerdo con Unidas Podemos se antoja cada vez más complicado, mientras que PP y Ciudadanos se mantienen en su negativa a facilitar con su abstención un ejecutivo socialista, que desde mi punto de vista sería la mejor opción, ya que permitiría a la oposición un control más exigente de ese nuevo Gobierno, y al mismo tiempo, se evitaría el peligro de un Ejecutivo débil y con medidas extremas e irreales.

Ante esa situación, cada vez son más las voces de quienes consideramos que no se puede seguir por más tiempo con esta interinidad, guiados exclusivamente por la inercia de un ciclo político y económico propicio, que parece que podría estar llegando a su fin. En esa línea se ha pronunciado el Jefe del Estado, la mayoría de los expresidentes, gobiernos autonómicos, sindicatos, patronal e infinidad de agentes sociales que en sus diferentes áreas denuncian los efectos de este bloqueo. Por poner una cifra que nos afecta a todos, por cuanto hace referencia al correcto funcionamiento de servicios públicos básicos como la sanidad, bienestar social, educación o Justicia, las autonomías están denunciando la pérdida de más de 6.000 millones, que en el caso de la Comunidad Valenciana son cerca de 700, lo que les llevaría a incumplir el objetivo de déficit público comprometido e imponer recortes a los ciudadanos.

Mientras nuestra clase política sigue enfrascada en sus estériles disputas, en la agenda más próxima se nos antojan cuestiones tan significativas como un posible brexit duro; los efectos de la guerra comercial de Estados Unidos y China; o la desaceleración que muchos indicadores están advirtiendo, después de que la economía Alemana se contrajera en el segundo trimestre y el crecimiento mundial entrara en negativos. En definitiva, elementos que no permiten seguir con un Estado en funciones, donde el Ejecutivo se dedica en exclusiva al mero trámite o gestión diaria, sin acometer las reformas o medidas legislativas que requiere España.