Los resultados de las elecciones del 28 de abril trajeron un mandato claro para los y las dirigentes de los partidos que dicen defender a los trabajadores y trabajadoras. Millones acudieron a las urnas y votaron cerrar el paso a la ultraderecha, acabar con la «era Rajoy» y que se formara un gobierno de «izquierdas» comprometido a cumplir sus principales reivindicaciones. Pero esto sigue sin ocurrir, igual que cuando la moción de censura a Rajoy del año pasado. Pedro Sánchez había pactado con la izquierda y nacionalistas una serie de medidas derogatorias (reforma laboral y de pensiones, LOMCE, Ley Mordaza...) que luego no cumplió, limitándose a convocar nuevas elecciones para obtener una mayoría absoluta que distó bastante de conseguir.

Cuatro meses después del 28 A seguimos aun con el presupuesto prorrogado del gobierno Rajoy de 2017 y sin que el ejecutivo socialista en funciones haya tomado medidas siquiera progresistas en asuntos concretísimos como la exhumación de los restos de Franco, la crisis del Open Arms y de los inmigrantes en pateras, la creciente precarización del empleo, aumento sustantivo de las pensiones.... Además, Pedro Sánchez continua poniendo obstáculos y vetos para un pacto con Unidas Podemos mientras que Pablo Iglesias reitera que sin gobierno conjunto no habrá garantías de cumplimiento para cualquier programa que siga la línea del recién incumplido pacto de la moción contra Rajoy. Confrontación que también protagonizan, por un parte, los sindicatos de clase y movimientos de masas que urgen la necesidad de desarrollar políticas sociales de calado, contrariamente a las insistencias del IBEX 35, la patronal, la Unión Europea o Estados Unidos para que el PSOE pacte con Ciudadanos (o gobierne en minoría pactando bajo mano) y así seguir aplicando recortes presupuestarios (quince mil euros exige el Banco Central para los siguientes dos años), de las pensiones y de otros derechos sociales y prestaciones públicas.

Habiendo una mayoría suficiente para derogar leyes y legislar a favor de los trabajadores/as y los pueblos de España, nadie entiende tanta cerrazón de la cúpula del PSOE y de los poderes facticos, económicos, políticos e institucionales. Bajo la actual Monarquía parlamentaria bipartidista, hasta la fecha nunca ha gobernado la izquierda real en las instituciones del estado. Y es que solo la unidad de los trabajadores y sectores populares más agraviados, en las calles y en las urnas, permitirá abrir un futuro (republicano) de esperanza y bienestar para la gran mayoria.