La gracia de las vacaciones es que te vas y vuelves. La desgracia es que cuando vuelves parezca que no te has ido, que el tiempo pase sin avanzar y que el progreso sea una ciénaga. Como dice Luisgé Martín, «la vida es un sumidero de mierda o un acto ridículo». Vean, si no.

Todo es mentira. Es mentira que el gobierno valenciano imite al gobierno catalán y a Torra; es mentira que el castellano entre nosotros corra algún riesgo, a la vista de la magnífica salud de la que disfruta; es mentira que haya «espías» en las escuelas que «vigilan» en que lengua se expresan los alumnos en el comedor y el recreo; es mentira que se adoctrine en las aulas. Todo eso es mentira. Así que el señor Casado y la señora Bonig mienten.

Ahora bien: existe una mentira involuntaria, fruto de la ignorancia, y la mentira voluntaria, que busca réditos entre los que se dejan engañar de buena o mala fe, incluso con entusiasmo. No creo que Casado mienta por ignorancia, ni que se le pueda atribuir a Bonig desconocimiento del terreno que tergiversa. Es más, creo que cometen el defecto que falsamente denuncian: un uso doctrinario e ideológico de la lengua dominante y un ataque o desprecio o indiferencia hacia la lengua minorizada. En la escuela se adoctrina, se imparte doctrina: cuando la doctrina refleja la realidad, no es más que su expresión teórica; cuando la tergiversa, la falsea interesadamente. En el primer caso no hay nada censurable, siendo, además, inevitable. En el segundo, sin embargo, no. La realidad es que somos un país con dos lenguas oficiales, que las dos lenguas se enseñan y se usan en la escuela, y que realizar encuestas sobre usos lingüísticos entre los alumnos no es «espiar», sino analizar el estado de la cuestión. A mí me parece muy bien que el PP de Bonig (y el de siempre), en defensa de «los intereses de los valencianos», y no como otros que sólo van a la suya, vaya a pedir al conseller Marzá que explique «si hay espías en las escuelas». Me parece muy bien y me parece una tontería, porque conocen perfectamente la respuesta: no.

Si en lo de la lengua todo es mentira, en lo de los migrantes todo es un lío. El asunto del Open Arms me tiene moralmente confundido: ahora resulta que los buenos (hacían lo que era su deber) son malos (hicieron lo que legalmente no debían), sin que en justa reciprocidad los malos (los que se hacen el sueco o el italiano) sean los buenos. Ya sólo falta que las víctimas sean delincuentes y las mafias autónomos del sector del transporte. En fin: que no tenían permiso para recoger náufragos. ¡Vayapordios!