A día de hoy, cuando escribo estas líneas, 1 de septiembre, el panorama político está lleno de nubes oscuras que nos impiden ver el futuro más cercano. Dos grandes nubes existen: ¿habrá nuevas elecciones? ¿Si las hay saldrán de ellas los mimbres de un gobierno estable, después de 4 años? A continuación expondré algunas predicciones de nuestro futuro cercano. Con el indudable riesgo de equivocarme mucho.

Lo primero que afirmaré es que el 11 de noviembre de este año tendremos nuevas elecciones. Este pronóstico tiene poco mérito pues creo que hasta los gorriones de la Casa de Campo lo cantan al atardecer .Lo segundo es que los partidos tradicionales de la derecha y la izquierda -PP y PSOE- mejorarán sus resultados del 28-A. Lo tercero es que la posibilidad que las tres derechas gobiernen es casi nula, al ser vasos comunicantes. Si el PP sube, será básicamente a costa de Cs, y algo de Vox Además recordemos que el 28 de abril la derecha tricéfala obtuvo 146 diputados. Aunque es probable una mejora del PP -con 66 diputados parece difícil que pueda empeora - siempre quedaran lejos de los 176 diputados. Y tienen un grave hándicap. No pueden pactar con nadie más, pues para los más o menos 35 diputados regionalistas, nacionalistas o independentistas que hay habitualmente en el Parlamento, Vox, que lleva que lleva en su programa la supresión del Estado de la Autonomías, es un socio imposible.

Los partidos emergentes -Ciudadanos y Podemos- fueron acogidos como agua de mayo, en las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015. Poco más y se reza un «responso» por los viejos partidos del bi-partidismo imperfecto. Cerca de casi 4 años después su aportación principal ha sido la inestabilidad política, con Gobiernos en funciones durante muchos meses o en precario. Sin duda estos nuevos partidos abrieron las ventanas de las habitaciones político-institucionales cerradas, donde reinaban PP y PSOE. Esta atmósfera viciada había llevado al abuso del clientelismo político por los socialistas, y a grandes sacos de manzanas podridas de corrupción en los populares, sin que por ello practicaran el mono-cultivo, pues nunca hicieron tampoco ascos al «enchufismo». Positiva fue su aportación en este terreno.

Pero en este cuatrienio, Podemos y Cs se han convertido más en un problema que en una solución para los graves problemas de la sociedad española. Dicho ello con todo el respeto a sus millones de votantes. Ambos han caído en el «híper-liderazgo» de Rivera e Iglesias. Ambos han eliminado del Partido o de cualquier puesto ejecutivo a los disidentes. Ambos están demostrando un gran talento para el fracaso.

Rivera, en el breve periodo de 3 años, se ha deslizado del centro liberal a pugnar con el PP por la hegemonía de la derecha. Para obtener tan ansiado, como difícil botín, le ha dado a un PP, en su peor situación desde 1982, y en particular a Casado, los emblemáticos Ayuntamiento y Comunidad de Madrid. Para ello además han tenido que pactar con el partido de extrema derecha Vox, que no por marcar el paso contrario a casi toda la extrema derecha europea, no deja de ser un partido de extrema derecha a la española. Curiosa manera la de Rivera de buscar el sorpasso al PP dandole, salvo en Galicia, la Presidencia de todas las CCAA que este partido ostenta.

Sánchez, como líder de la minoría mayoritaria de la Cámara, con 123 diputados, después del 28-A tiene el veto a cualquier acuerdo por parte de Cs, con quién posiblemente deseaba pactar, pues además de otras razones, era un pacto que le aseguraba la mayoría absoluta en la Cámara. Rivera y sus pregoneros habían establecido un «cordón sanitario» al PSOE, pues consideraban que hoy por hoy éste no era un partido constitucionalista. Sin comentarios, pues este disparate se comenta por sí mismo. Con 123 diputados el socialista necesitaba un socio nacional importante.

Obviamente solo le quedaba Podemos que había obtenido un mal resultado el 28 de abril en las elecciones generales. Resultado que empeoró en las municipales y autonómicas del 26 de Mayo. Así pues, con mayor o menor entusiasmo, le otorga a Podemos el carácter de socio preferente Después de dimes y diretes, de sobra conocidos, le ofrece a Iglesias una Vice-Presidencia y 3 ministerios. Podemos rechaza la oferta. Jamás ese tren volverá a pasar por su estación.

Con un PSOE que entiende el genérico término izquierda de forma muy diferente a la concepción de la izquierda que tiene lo que queda de Podemos, las posibilidades de un nuevo Gobierno de coalición PSOE-Podemos creo que son casi nulas antes de los idus de septiembre. Volveremos a votar el 11 de noviembre. El resultado será lo que los ciudadanos elijan. Y espero, no confío mucho, que de esas elecciones salga un gobierno estable, y a ser posible progresista.