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Picatostes

In, Out, Off, Uff

Leo una información del periodista de Levante-EMV, Voro Contreras, sobre una exposición que prepara el IVAM y el tema de la contracultura a la València de los 70. La idea me parece excelente y oportuna y estando un centro como el Instituto Valenciano de Arte Moderno en la organización, sin duda el proyecto supongo que será lo suficiente ambicioso y esclarecedor sobre un tiempo y un país, en este caso, una ciudad, València, que comenzaba a sacudirse cierta caspa provinciana. Una apuesta hedonista y libertaria que como se verá después -Affaire Ajoblanco- no resultaba tan sencillo. Ni tan ligero. No recuerdo que en aquellos años la palabra contracultura como paraguas artístico o creativo estuviera muy extendida entre los cenáculos o sectores que militaban en diferentes campos profesionales independientes o alternativos. Por lo que respecta al otro término de moda, underground, gracias al lenguaje informativo había conseguido colarse en el vocabulario de la época compartiendo espacio junto a etiquetas como camp, kitsch, in & out. De los cómics al cine más independiente o radical, la palabra underground servía de excelente comodín para todo aquello que se cocía en los márgenes. Si quieren que les diga la verdad, lo más underground, por lo subterráneo y profundo que se encontraban, era rebuscar en el fondo de los grandes fajos de ropa usada, las camisas y otros prendas de origen made in Usa que se vendían en los mercados populares. En uno de los puestos, creo recordar que se instalaban cerca de la calle San Ramón, no era extraño encontrar al diseñador Francis Montesinos y su troupe rebuscando entre los montones de ropa. Fascinados por la estética revival de películas como American Graffiti el hallazgo de una camisa con etiqueta de los almacenes Sears constituía el mejor botín. Tiendas como Montesinos Bis, Un, dos tres o El Huevo de oro de Juan Andrés Mompó importaban aquellos vientos de modernidad que llegaban de lejos, de la boutique Biba de Londres o del cercano Mediterráneo y la libertaria y hippy isla de Ibiza. La conexión València-Ibiza será una de las ruta claves en los caminos de la modernidad valenciana.

Coincide el anuncio de la exposición con la salida de dos volúmenes por parte de la editorial Anagrama que recogen las canciones y textos del cantante-creador Jaume Sisa y sus múltiples mutaciones, Ventura Mestres, Ricardo Solfa, Armando Llamado y El Viajante en todos estos años de vida, música y canciones. Sin duda, Jaume Sisa, sería una referencia modélica de ese gran contenedor llamado contracultura, por su filosofía, obra, actitud y un totum revolutum a manera de gran ensalada donde se mezclan y hermanan Boris Vian y Bob Dylan, Joan Salvat Papasseit y Bola de Nieve, el surrealismo y Los Grandes Inventos del TBO. Al País Valenciano y en el terreno musical es difícil encontrar un ejemplo similar. Quizás el desaparecido Pep Laguarda -al cual le dedica un bello texto Jaume Sisa en el libro- y su disco, el ya clásico y referencia imprescindible de la música popular de los 70, Brossa d’ahir (Ocre) sería lo más cercano a las propuestas creativas del músico galáctico del Poble Sec.

Me imagino que la figura y obra -limitada- de Laguarda ocuparán uno de los espacios de la mostra del IVAM junto a otras referencias autóctonas. Pienso ahora en el grupo Pavesos encabezados por la figura pantagruélica de Joan Monleón y sus puestas en escena en una mezcla de varietés-punk y espaghetti-cançó. Sus performances en las ya legendarias Jornades Llibertàries Internacionals al Parc Güell en el año 1977 o al Saló Diana de Barcelona, en aquel momento epicentro del teatro alternativo, junto al escritor y dibujante Copi, figuran sin duda en las crónicas de «los años tumultuosos» de la Transición. Para su presentación en el Canet Rock de 1976 el grupo se presenta como una gran embajada anarco-musical donde se alternan las canciones populares y los monólogos de La Xampany. Entre el anecdotario de la actuación, los saragüells que visten algunos de los músicos y acompañantes de Pavesos que la revista Cambio 16 utilizará más tarde como muestra gráfica de la emergencia del movimiento gay en España…

Repasando nombres y personajes de aquellos años, pienso ahora en algunos ya desaparecidos como Encarnita Duclow, o Petra Detritus, este último ejemplo del travestismo más radical, cuyos bikinis y tangas de ganchillo -que él mismo confeccionaba- constituían toda una obra de exquisita artesanía. Entre sus clientes, Joan Monleón, que exhibió alguno de sus modelos sobre la escena para shock de más un de un espectador. Seguramente muchos de aquellos nombres que protagonizaron «nuestros años tumultuosos», recordando una de las obras más celebradas de Umberto Eco, han mudado de «apocalípticos» a «integrados». Otros, pienso ahora en el realizador Rafa Gassent, otra referencia imprescindible, han seguido trabajando -a trancas y barrancas- y otros, como el director de teatro Rafa Gallart, introductor del primer café-teatro en València, rápidamente olvidados. El teatro de la Societat Coral del Micalet, escenario de aquel pionero café-teatro con texto de Jacques Prevert y Boris Vian, jugará un papel capital -como la sala Valencia-Cinema y antes Studio- en la escena teatral y musical de los 70 sirviendo de plataforma para la presentación de grupos, músicos, etc. El Teatre Micalet será también el escenario frustrado de un proyecto teatral, el Titus Andronicus de William Shakespeare, con el decadente Imperio Romano a ritmo de pasodoble de Moros y Cristianos que nunca llegará a ver la luz teatral. Otro escenario, al margen de la cultura oficial, serán els Premis Octubre con el desembarco de nombres como Amadeu Fabregat, Joan Navarro, Marc Granell, Salvador Jàfer, Isa Tròlec, «carn fresca» para la literatura valenciana.

Casi medio siglo despues el calidoscopio de imágenes que ofrecen aquellos años continúa siendo lo suficientemente estimulante y original para volver a echarle más de una mirada.

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