Temo la fecha negra del calendario: el día que nuestro reloj se pare para siempre.

De los días sabemos muy poco, horadando tinieblas vamos caminando. Claro que luce el sol de día y la luz eléctrica de noche... Pero caminamos a oscuras.

El futuro es una incógnita a largo plazo... Por los pasillos, avanzamos con la mano pegada a la pared. Por la escaleras adelantamos un pie... ¿Andar despreocupados a través de una vida insegura e incierta?

En las noches serenas pienso en el amor, unos días agoniza cerca y otros es brisa en un desierto lejano. Hace años, ocupada con los menesteres del pensamiento, conocí a Lope de Vega. Tras el impacto de su misterio impalpable descubrí la nostalgia, la melancolía, la voz sin sonido, la noche fría del alma y el tiempo con ritmo de espera... La prosa endereza el fuero íntimo, es esencia de la expresión silenciosa de la serpiente y refugio de muchas cobardías. En el fuego de la esperanza se queman muchos anhelos.

Es el momento de recordar, no sin nostalgia, al beso desvanecido en el tiempo y la voz temblorosa de la sinceridad.

No renuncies a amar, hay muchas formas atroces de morir; pero morir amando,es dormir eternamente, junto a un soneto de amor.

La imaginación es confundida con la ilusión. Ninguna de las dos responde nada al ser preguntadas. El pensamiento al ser sumergido en el mundo de las ideas tiende a ahogarse; si la imaginación se niega a algo, viene la ilusión y le quita la congoja... La ilusión exaltada arroja contra el suelo todo aquello que tenga apariencia de razón: la imaginación la observa y con paso altanero se precipita sobre ella.

La ilusión no tiene un lenguaje claro, es un palabra articulada con nuestro sistema emocional: unos días nos comemos el mundo y otros nos ponemos a disposición de la parálisis y el amodorramiento.

La voluntad es el mejor pasaporte, ella reconoce las características de nuestra personalidad, sin indulgencia nos muestra el verdadero camino: el único, el nuestro. La ilusión es un vocablo bonito, pero no designa nada personal. Es una varita mágica común para todos... La voluntad vence todos los obstáculos, supera todas las contradicciones y nos explica la diferencia entre querer y poder.

Las mujeres, a determinada edad, somos tratadas de -viejas-. Anoche sin tener intención de reflexionar lo terminé haciendo. No voy a hacer largos preámbulos, expresarían una naturalidad cobarde, mejor al grano... La edad no alude a la manera de sentir la vida, conozco personas de 20 años viejas, y personas de 70 jóvenes. A algunos hombres no le tiembla la lengua al llamar vieja a una mujer de más de 40 años. Anoche, en un bar, escuché: «Mira las viejas». Era un grupo de mujeres de unos 45 años, estaban bailando y disfrutando de la música. La intención diabólica de los pobres chicos era deleznar las ganas de diversión de «las viejas». El tiempo es el descubridor más digno de la evidencia, no es necesario cumplir años, con las vivencias uno se asegura una buena proporción de inteligencia.

Una mujer, de más de 40 años, condena a muerte lo absurdo, sabe elegir a sus amantes, no necesita beber cantidades innecesarias de vodka para disfrutar de la vida y ser simpática... Sexualmente está en el mejor momento, no mira con ojos grandes al mediocre y suele correr detrás del caballero... El valor fonético de algunas palabras no siempre es el valor real.

Los pintores de antes transformaron en madres y vírgenes a todas las mujeres. La filosofía de vida de antes, es opuesta a la de ahora, los cuadros tienen el mismo valor didáctico que los libros. O incluso más...

Esta reflexión se confecciona bailando, los aires de la noche dan para mucho.

En medio de la pista de baile, no sé la razón, acaricié la pintura de aquellos pintores que forzaron la madurez de la mujer: Rubens, Tintoretto, Tiziano... Y una larga lista de ellos.

Me gusta ver la mujer actual: nuestro color es ascendente, no tenemos nada que ver con aquellas mujeres. Prefiero ser tono apasionado, que color trágico y delirante.