Hace unos días comunicó el concejal Grezzi con gran satisfacción que gracias al carril bici habíamos alcanzado en estos cuatro años la cifra de un millón de ciclistas. Dicho así de repente parece un gran triunfo de su política, pero profundizando un poco vemos que la cosa no es tan exitosa. Si tenemos en cuenta que cuatro años son 1460 días y dividimos el millón de ciclistas por esa cifra nos dará como resultado que solo han circulado 865 bicis día, bastante alejada de la de vehículos a motor que circulan apretados por los residuales carriles que se les ha destinado.

Pero si estudiamos la circulación en las 3264 calles de València veremos que en cuatro años la media es de 306 ciclistas, es decir menos de una bicicleta al día. Un éxito si tenemos en cuenta la gran cantidad que se ha destinado para habilitar el célebre carril bici en València.

Yo no estoy en contra del carril bici pero con lógica y buen diseño, porque tengo un plano del carril bici del tiempo de Rita y estaba hecho de ese modo, es decir llevándolo por calles poco transitadas y con carácter radial, que es el mejor sistema de llegar antes de un punto a otro. Pero este destarifo de hacer convivir todos los tráficos en una misma calle y por toda la ciudad nos conduce a que entren en conflicto y se establezcan los temidos atascos. Unas calles deben ser para automóviles, buses y peatones y otras para vehículos como bicis y patinetes. Porque esa es la gran sorpresa; se ha preparado la ciudad para una invasión de bicis y lo que llega es una lluvia de patinetes, ya que se calcula que el año próximo se venderán unos dos millones.

El problema de la izquierda es siempre el mismo: la exageración. Y al que no esté de acuerdo palo, multa y tentetieso que la libertad es peligrosa. Estamos con planteamientos de la época de Stalin. Prohibiciones, fuerte vigilancia, cámaras para denunciar, grandes multas y temor a desafiar al ojo que todo lo ve. Solo falta la NKVD contra los coches.

Los ciclistas se han llevado una gran inversión que no amortizan. No pagan impuestos ni tasas, ni deben tener seguro. Todo ello a cargo de los coches con cuyos impuestos se ha sufragado la guerra contra ellos. Cuestión de modas pasajeras.

Ahora que el balance de la gestión del concejal Grezzi es para medalla. Se encarga de Movilidad de destruye la ciudad y ahora lo encargan de playas y hay que cerrarlas. Como se encargue de Hacienda quiebra la Casa Gran.