El 10-N puede ser una oportunidad esclarecedora para la Comunitat Valenciana. La pinza ocurrente de avanzar las votaciones autonómicas previstas del 26 de junio al 28 de abril, ha tenido su corrección con la nueva convocatoria de elecciones generales. Es la esencia estratégica del Espíritu de Morella -así lo dominamos todo-, capital del Maestrazgo, cuna del carlismo, de donde procede el president Ximo Puig.

Desencanto. Se descompone la preconfiguración de trabajar bajo un mismo prisma en el ámbito autonómico, en dos de las tres diputaciones provinciales, en la mayoría de ayuntamientos, en el Europarlamento y en el Gobierno español. Sólo falló en el damero la ciudad de València, presidida por Joan Ribó y que por fin tiene vicealcaldesa. Desde un gran fiasco vamos a nuevas elecciones, mientras Pedro Sánchez, líder del PSOE vuelve a soldado raso y pierde los galones de estadista europeo que acarició con la visita al presidente francés Emmanuel Macron, en el Palacio del Elíseo, el 29 de abril.

Interinidad. La política española desde esa constelación no ha hecho más que perder lustre. En la Comunitat Valenciana los problemas han crecido con el desgobierno y la inactividad parlamentaria de la vida pública española. En la proyección internacional y europea el Reino de España pierde influencia. El presidente estadounidense Donald Trump ningunea a Pedro Sánchez. No tuvo protagonismo en la reunión del G7 celebrada en Biarritz, a escasos kilómetros de la frontera hispanofrancesa. En la Unión Europea, Italia nos adelanta por la izquierda. Coloca a un comisario en el ejecutivo de la Unión Europea, Paolo Gentiloni y gana enteros en la sala de máquinas de Bruselas.

Críticas. Pedro Sánchez, a medida que transcurría la negociación, indignó a los mandatarios europeos. Emmanuel Macron, Angela Merkel, J-C. Junkers, Sergio Mattarela, Ursula von der Leyden o Pierre Moscovici, han pedido una repesca de urgencia al PSOE como partido más votado. Ven que España engrosa el pelotón de países comunitarios que rezuman inestabilidad en una hora grave en la que no se puede perder tiempo. España pasa de ejemplar a ser clasificada--como en tiempos de Rajoy- en el rango de país contaminado por la interinidad política de un gobierno en funciones.

Reticencias. Exagerados andares de jinete descabalgado sobreactuando frente a un contrincante, Pablo Iglesias y un partido, Unidas Podemos, que provocan desconfianza en la Unión Europea. Primero hubo que desembarazarse de Matteo Salvini, en Italia, tras neutralizar a Alexis Tsipras y a Syriza en Grecia, con la victoria del hoy primer ministro conservador, Kyriakos Mitsotakis. Es el inicio de una nueva era en la política europea, alérgica a las veleidades totalitarias. Ni por la izquierda ni por la derecha. Serán relevadas por opciones de mayor talante democrático y contemporizador, ajenas a las nomenklaturas con gestos intransigentes. Mas Madrid, el partido de Íñigo Errejón y sus confluencias, serían una alternativa con mejor receptividad.

Comunitat Valenciana. La recomposición de las fuerzas políticas europeas y el fracaso hispano para la investidura de Pedro Sánchez, afectan a la coalición del Consell de la Generalitat Valenciana, compuesta por el PSOE-que pierde fuerza- , Compromís -en posición crítica para reforzar su representación en el Congreso de los Diputados-, y Unidas Podemos de Martínez Dalmau, displicente ante los desplantes socialistas. El Espíritu de Morella hace agua sin el respaldo del Gobierno español. -¿Qué dirá Arcadi España?- Aquejado por los problemas de financiación e inversiones que en el País Valenciano no soporta aplazamientos ni interinidades. Las pírricas victorias electorales de populares y socialistas, impiden afrontar las grandes decisiones de Estado que necesitan los valencianos. Interrumpen en el tiempo las negociaciones con unos gobernantes distraídos. Incapaces, en su crónica interinidad, de evitar la degradación de servicios y competencias que se vive en la Comunitat Valenciana. No está tan siquiera entre sus prioridades.

Empresarios. Las últimas declaraciones ambiguas del presidente de CEOE, Antonio Garamendi, sobre la interinidad gubernamental ponen en entredicho su liderazgo. Foment del Treball, dirigida por Josep Sánchez-Llibre, es la coherencia dura pero inteligente. En un reciente informe realizado por el despacho Llorente y Cuenca, sobre «Activismo patronal: la responsabilidad pide paso» se analiza la salud de las instituciones empresariales, que han resultado dañadas por más de diez años de crisis económica, corrupción política y económica y progresivo aumento de la desigualdad. Las entidades económico- empresariales en España, acusan el lastre de sus orígenes predemocráticos en la Transición y su resistencia a la modernización conceptual y técnica.

Los empresarios españoles han de abandonar su tentación de intervención política y mantenerse en la imparcialidad institucional. No se ha de percibir que los patronos lanzan ultimátums, advertencias o amenazas, a los partidos políticos acerca de qué o con quién se ha de pactar para formar gobierno o para legislar. En el informe se afirma que «los españoles confían menos en los empresarios que en los curas, aunque tienen mayor credibilidad los Gobiernos que los partidos políticos.» La promiscuidad entre empresarios y políticos es un error.