El Museo Strand y el Nikolaj Kunsthal de Copenhague tienen previsto conmemorar el tercer aniversario de la muerte de Leonard Cohen, y ochenta y cinco de su nacimiento en Montreal, el 21 de septiembre de 1934, con una exposición titulada, «A crack in everything», un «crack» en todo, en la que se recogen, con la aportación de diferentes artistas plásticos y musicales, las múltiples facetas del autor, que su país, Canadá, reconoce, asimismo, con la emisión de una serie de sellos conmemorativa del que sería su 85 aniversario.

La exposición, organizada por el Museo de Arte Contemporáneo de Montreal, su ciudad, y aprobada por el propio Cohen en vida, sin que pudiera verla finalizada, murió el 7 de noviembre de 2016, se inauguró en otoño de 2017 en Montreal - ciudad de amplia tradición en el mundo del diseño, donde se designó, hace unas fechas a València, Capital del Diseño Mundial 2022 - y fue expuesta, de nuevo, en el Museo Judío de Nueva York en la primavera de este año, 2019. Todos los trabajos han sido creados especialmente para la ocasión, combinando textos y música en una amplia instalación que recoge los cincuenta años de conciertos de Cohen, e invitan al espectador a experimentar sobre las reflexiones, pensamientos e ideas de Leonard Cohen, rindiendo tributo al autor canadiense que visitó València hace diez años, 2009, y que, con el paso del tiempo se nos hace más imprescindible.

Leonard Cohen, fue siempre un canadiense errante. Así, en The lost canadien, recogió una composición tradicional sobre la lucha de sus antepasados en el Estado de Quebec, incluyendo una de las frases del himno oficial de Estado, je me souviens, recuerdo. En la búsqueda de la libertad adolescente, como la del pájaro sobre el alambre, Bird on the wire, Cohen, nos llevó de su mano. Mientras en The partisan, en su francés natal - ¡cómo lo recuerdan en Montreal! -señalaba, mais j’ai tant d’amis, j’ai la France entière, tengo tantos amigos, la Francia entera. Su imagen puede verse en gran grafitti que figura en un muro de su ciudad; mientras en Vilnius, Lituania, se inaugura, este mismo año, una escultura con su busto que recuerda los orígenes de sus abuelos.

Imposible pasar por alto, aquellos primeros éxitos inolvidables como, So long, Marianne, Marianne Ihlen, con quien compartió años de felicidad en la isla griega de Hydra, cuyas cartas de amor alcanzan hoy cifras astronómicas, y cuyo documental, «Marianne & Leonard: Words of Love», de Nick Broomfield, estrenado en este año, disecciona la compleja relación entre ambos; o, Suzanne, que recoge uno de los poemas del libro Los parásitos del cielo, «Suzanne takes you down», Suzanne te lleva, te lleva a su casa junto al río, y tú aceptas viajar con ella, quieres viajar a ciegas, porque sabes que puede confiar en ti, que puedes confiar en ella, pues tocasteis vuestros cuerpos perfectos con el pensamiento. Es Cohen poeta e intérprete, oscuro y difícil, pero siempre profundo.

Parece ser que en una ocasión Bob Dylan dijo que de no ser Dylan le gustaría parecerse a Leonard Cohen. Dylan colaboraría en el long play de Cohen, Death of a ladies’ man, muerte de un mujeriego, producido por Phil Spector, e interpretaría, en diversas ocasiones, la célebre, Halleluja de Cohen. Asimismo Cohen admiraba a Bob Dylan, de quien diría, haciendo referencia a uno de sus poemas, «There are some men», que hay hombres que debieran tener montañas para eternizar sus nombres en el tiempo. Dylan, para él, era uno de ellos. Cohen, para nosotros, es otro.

Recientemente, Sylvie Simmons recuerda a Cohen, a través del libro Soy tu hombre, título de la hermosa composición de Leonard Cohen que da lugar al documental, «I’m your man», considerado por el director cinematográfico Wim Wenders como «uno de los mejores musicales de todos los tiempos». Ahora, su hijo Adam, en el prólogo del libro póstumo de Leonard, La llama, nos dice que a su padre solo lo mantenía vivo la poesía. Sus palabras al recoger el Premio Príncipe de Asturias, el 21 de octubre de 2011, fueron, «la poesía viene de un lugar que nadie domina y que nadie puede conquistar».