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En voz alta

Es la economía, estúpido

En 1.992 George W. Bush se vio sorprendido primero y derrotado después por Bill Clinton en una campaña donde el que luego fue durante 8 años Presidente de EEUU centró buena parte de su discurso en las cuestiones que más directamente preocupaban a los ciudadanos estadounidenses de la época. Uno de sus asesores se inventó la frase que titula este artículo transformándola en slogan y convirtiéndose en una idea simple pero eficaz para cualquier político. Viene todo esto a cuento de la situación que se vive en España en general y en la Comunitat Valenciana en particular no solo de cara a las elecciones generales del 10 de noviembre sino a los casi 4 años que quedan de legislatura autonómica y la que en breve comience a nivel nacional. Andan todos los partidos enzarzados, en público, en cuestiones tacticistas, ideológicas e identitarias pero muy preocupados, de momento en privado, por las incertidumbes económicas que nos acechan.

Los expertos nos dibujan un futuro a medio incluso corto plazo frágil, débil e incierto. Organismos como la OCDE habla de revisiones de crecimiento a la baja y freno al crecimiento global. La desaceleración parece inevitable y agravada por las tensiones comerciales internacionales, Brexit incluido. No se trata de dibujar un panorama apocalíptico pero si muy realista de la que se nos viene encima sin haber resuelto problemas endémicos como la competitividad o la enorme dependencia del sector servicios, por no hablar de la deuda descontrolada que hace que las instancias europeas nos tengan no solo estrechamente vigilados sino en su punto de mira para exigir mayor disciplina presupuestaria. Se diga lo que se diga, en España va a ser necesario aplicar medidas que requieren un gobierno lo más fuerte y estable posible dispuesto a combinar sus ideas con unas políticas de gasto aceptadas por Bruselas. A lo mejor ahí, además de intereses personales y partidistas, tienen una explicación de la decisión de Pedro Sánchez de no aceptar un gobierno compartido con Podemos y convocar unas nuevas elecciones. Una vez pasada la cita con las urnas, constituidas las cámaras e intentado la conformación del nuevo ejecutivo, nos habremos metido en 2020 y entonces el actual inquilino de la Moncloa o quien le sustituya deberá afrontar unos años muy complicados por la situación económica que se avecina.

En la Comunitat Valenciana el panorama para los Puig, Oltra, Dalmau y todos los suyos es todavía más oscuro porque a todo lo anteriormente comentado se suma la situación particular de nuestras finanzas. Desde que apartaron de la Generalitat hace ya más de 4 años al Partido Popular, los del Botànic optaron por una especie de huida hacia adelante basada en gastar incluso más que sus antecesores argumentando que lo hacían con honradez y sin renunciar a ningún derecho para los ciudadanos. Este discurso teóricamente impecable se vio favorecido por la mejora económica y la justificación de la herencia recibida. Sin embargo, la enorme bola de la deuda se ha ido haciendo más grande y la ansiada solución a nuestra infrafinanciación ni está ni se le espera. El Consell decidió el pasado año aprobar un presupuesto muy expansivo a escasos meses de las elecciones autonómicas y ahora, revalidado su mandato y con muchos menos ingresos de los que pronosticaron, deben aplicar recortes. Que la Ministra Montero desbloquee las transferencias o que tengamos un nuevo FLA son simples parches que alivian las arcas autonómicas pero que no deben ni pueden enmascarar la cruda realidad. Con este panorama y el presupuesto del popular Montoro prorrogado en Madrid, el Conseller Soler todavía no sabe si se verá obligado a hacer lo mismo aquí algo que, por un lado, dificultaría mucho la labor del Consell pero que, por otra, evitaría el debate partidista entre los 3 socios intentando cada uno que las partidas de los departamentos que dirijen aumenten o, al menos, no disminuyan. En cualquier caso deberían entender que gobernar incluye también un sentido enorme de la responsabilidad de no gastar más de lo que ingresas y, por tanto, de priorizar y saber renunciar a unas cosas para poder garantizar las más importantes.

Por cierto, me cuenta una amiga que importantes dirigentes de PSPV, Compromís y Unides Podem están barajando la posibilidad de mantener algún encuentro discreto donde puedan debatir o incluso pactar como afrontar esta precampaña electoral peleando entre sí por el voto progresista pero sin que se resienta la estabilidad del Consell.

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