El populismo invade a los paises desarrollados, sobre todo a partir del año 2.000, si bien su raíz arranca de finales del siglo XIX con movimientos en Rusia y en el medio oeste de Estados Unidos.

Un populismo que, la Real Academia de la Lengua Española, define como " una tendencia política que pretende atraerse a las clases populares", es de difícil comprensión empírica pero que la podemos matizar con la diferenciación entre el "pueblo" y la "elite".

Si nos atenemos a la atracción de las clases populares es por el mal trato que reciben de los poderes públicos, bien recortando beneficios sociales, bien suprimiendolos de manera drástica.

Son muchas las clases que se encuentran en esa situación y buena prueba de ello es que en las primera elecciones al Parlamento a las que se presentó Podemos obtuvo más de 5 millones de votantes españoles. Podemos, izquierdista como Syrisa en Grecia, o el Bloco en Portugal, insipirados todos ellos por la profesora belga Chantal Mouffe y su cónyuge el argentino Ernesto Laclau, ya fallecido. Estos dos professores ya pronosticaban hace más de 30 años una salida populista para la izquierda, fracasado el comunismo y, decían, de la socialdemocràcia.

Estos populismos se caracterizan por una simplificación dicotómica, el antielistismo, el predominio de los planteamientos emocionales o la movilización social. En definitiva, dar soluciones muy simplistas a problemas de una enjundía acusada.

El termino populista suele utilizarse de una manera peyorativa. En los casos de que estos sean de derechas se caracterizan por una fuerte xenofòbia, antiimigración, antifeminismo y contra las leyes sociales implantadas por gobiernos socialdemácratas. Y, por supuesto, ese es el ideario de partidos como el de Le Pen en Francia, el FPÖ en Austria, el Partido del Progreso en de Noruega, el Vlaams Belnag en Flandes o Vox en España

Pero ¿qué ha ocurrido para que la esta nueva izquierda haya comido terreno a la socialdemocracia? Partidos éstos que jugaron un papel decisivo en la creación de un estado del bienestar en Europa después de la II Guerra Mundial. Una socialdemocracia a medio camino entre el libre mercado y los valores de igualdad y solidaridad. La "domesticación" del capitalismo fue una de las políticas más influyentes en el siglo XX.

Como bien explica Tony Judt en una era marcada por la desigualdad, la incertidumbre laboral y con los mercados desregulados, hay muchos conocedores de la otrora socialdemocracia que añoran los años del "Estado Providencia" que velaba por el bienestar de los ciudadanos.

Para el filósofo esloveno Slavoy Zizek "En Europa todavía no aceptamos del todo que el siglo XX se acabó. La socialdemocracia, en el sentido del viejo estado del bienestar, pertenece a otra era", Hay una carencia de modernización, incapaz de controlar los excesos del capitalismo y la desigualdad. No se ha sabido poner un freno a las políticas neoliberales que muchas sociedades se han dado en los años de la década de los 60 del pasado siglo.

Una vía intermedia es, ciertamente, compleja y ejemplos los tenemos en la llamada "Tercera Vía" de Tony Blair y del socialdemócrata alemán Schröder quienes apoyaron una modernización de su proyecto político abriéndose al mercado global y quitarle todo tipo de trabas. Esto condujo a una indiferenciación entre sus posiciones y la de las fuerzas neoliberales ante los ojos del electorado.

A partir de esa iniciativa, la socialdemocracia decayó en todo el continente europeo al no poder aglutinar respuestas adecuadas a los retos que planteaba el neoliberalismo. Sus ideales se frustraron en Francia, así como en Grecia, los países nórdicos y tantos otros que al asestarles la última puntilla durante la crisis de 2007 y llegado el momento de decidir, escogieron la defensa de las instituciones financieras frente a preservar el estado de bienestar. Pero tampoco así solucionaron el problema de los bancos como se comprueba en la actualidad.

La suerte de los partidos socialistas está, en mi modesta opinión, en que reinventen o no la separación entre gobernar y su proyecto histórico. Sólo si llevan a cabo políticas socialdemócratas podrán recuperar el apoyo de aquellos sectores tradicionalmente suyos pero que ya no creen en sus declaraciones. A nivel valenciano, hay una versión de obediencia autonómica- Compromís-, aunque no compartan grupo en el Parlamento europeo.

El neoliberalismo es la raíz ideológica de todos nuestros problemas, que suena tan bien cuando se expresa en términos generales, pero que representa la libertad para el pez grande, no para el pequeño.

Pero, lo que no acierta a visibilizar el neoliberalismo es, como base del sistema capitalista, que necesita de una socialdemocracia fuerte, que atempere el fustigamiento a las clases menos favorecidas, haga crecer una gran clase media que sirva de estímulo para el necesario consumo y estabilidad política. De no ser así podemos llegar a que las sociedades no soportarán una nueva crisis, como tan brillantemente explicaba Felipe González en una reciente entrevista (El País, 08/09/2019) por la no sostenibilidad del sistema, más allá- decía- de la discusión sobre la justicia social o mejor predistribución de la riqueza. Francia, Italia, los países nórdicos, Portugal, España deben tomar la vez.