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Peligra el 'paseíllo electoral' del PSOE

Es que el balón cuando sale del pie, no se sabe a donde va», sentenció José Antonio Camacho, ex seleccionador nacional de fútbol. Esa profundísima reflexión, vale para los votos. Convoque elecciones y a temblar; más aún cuando las opiniones son tan volátiles, las modas tan pasajeras y la decisión del voto llega a última hora influida por estados emocionales que se alimentan vía redes sociales. «Es la maldición del relato que está acabando con la política. Dejen a un lado los relatos y presenten propuestas», ha escrito el ex diputado Antonio Hernando. Es decir: del resultado del 10-N nadie sabe nada con certeza. Es muy probable que algunos gurús no duerman tranquilos. La ciudadanía tampoco, porque acaban de convocarse las segundas elecciones en un año y ya se teme que su resultado nos aboque a unas terceras,

Dos encuestas marcan la conversación. La oficial del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que años atrás casi siempre acertaba, y la del GDA 3 de Narciso Michavila, publicada por ABC, que casi siempre acierta. En la primera, el PSOE, con la repetición, se dispara hacia arriba, pero como la firma el catedrático Tezanos, de la Ejecutiva socialista, habrá que quitarle al menos el IVA. En la segunda, el PSOE retrocede algo, por lo que peligra el «paseíllo electoral», a modo de torero triunfante. No se descarta que Pedro Sánchez pueda sufrir una cornada; por torear, aunque es cierto que entre todos lo echaron al ruedo. La encuesta del CIS se hizo justo antes de convocar elecciones y la otra, inmediatamente después. Se detectó en redes sociales una explosión de malestar, que duró dos días, por el anuncio de la repetición electoral. Después parecía amainar. Ahí va.

Las incógnitas y la vorágine política en solo una semana se han disparado: se presenta Iñigo Errejón y se estima que puede formar grupo parlamentario a costa de escaños de Podemos y alguno del PSOE; se buscan firmas para una Agrupación de Electores en Teruel para ver si, de una vez, se hace caso a las reivindicaciones de la España vaciada; se presenta la CUP, que solo comparecía a elecciones catalanas y antes rechazaba optar a diputados en Madrid. Y hay un lío descomunal sobre las alianzas electorales que ha llevado al periodista Chema López Juderías a proponer un catálogo para orientación del electorado.

Con ese telón de fondo, algo verdaderamente grave: tras las detenciones de activistas acusados de preparar atentados en Cataluña, saltó la defensa cerrada de las fuerzas independentistas acusando al Gobierno de tratar de criminalizar el movimiento secesionista. Sin esperar a ver si era cierto o no; sin la más mínima preocupación por la seguridad de los ciudadanos ante esas acciones, incluido el incendio en una vivienda de Sabadell atribuido a experimentos con material inflamable por uno de los detenidos. Con respuesta de gritos en la sede del Parlament de Cataluña, donde se aprobaron de nuevo resoluciones que vulneran la legalidad, la propia legalidad del Estatuto de Autonomía.

Ha sido una súbita «batasunización» de una parte de la política catalana que recuerda períodos críticos en el País Vasco y que desprestigia al propio movimiento independentista en Europa y en el mundo, según comentan corresponsales extranjeros. Parece que Esquerra Republicana, dos días después, cayó en la cuenta de la gravedad de lo sucedido y sacó a Pere Aragonés, vicepresidente de la Generalitat, a suavizar declaraciones y a desmarcarse.

El riesgo de crispación en Cataluña se ha disparado y la exigencia de Ciudadanos de aplicación del artículo 155 de la Constitución fue inmediata. Hay que reconocer que la prudencia del Gobierno ha sido oportuna en este caso. Nadie niega la gravedad de lo sucedido en el Parlament, ni la actitud de desafío a las leyes, a los investigadores policiales y a la Justicia por parte del presidente Torra; pero entrar en una espiral de confrontación secundando provocaciones, no serviría más que a la estrategia del «cuanto peor, mejor». Y eso solo conduce a la ruina de la convivencia.

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