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El mundo se divide entre los que han visto «Juego de Tronos» y el resto. Prefiero los matices, así que llegué tarde a las desventuras de Invernalia aunque la ciencia-ficción no me pone y además tuve un mal profesor de Medieval. Confieso que disfruté de algunos capítulos, y me dormí en otros. Por eso celebré que no barriera en los Emmy, aunque la mayor sorpresa fue que ganara el trabajo de Jodie Corner en «Killing Eve» como mejor actriz. Tenía muy reciente la serie, a la que accedí por casualidad, y la interpretación de la británica es brutal, así como la trama entre una asesina psicópata y una inteligente analista de los servicios de inteligencia del Reino Unido, a la que da vida la conocida Sandra Oh («Anatomía de Grey»). Dos mujeres cara a cara en una saga trepidante, rápida, una «tarantinada» pero con sabor europeo. Ahora que Boris Johnson (genial la imitación de Raúl Pérez en «Late Motiv» con «balconing» incluido) sigue acorralado en el brexit resulta que el audiovisual inglés rebrota. Igual que el escandinavo, que tras el boom de sus thrillers literarios de la saga Millenium de Stieg Larsson están realizando buenas propuestas, como la noruega «Beforeigners» (HBO) que narra un nuevo fenómeno mundial. Tras intensos flashes de luz sobre los océanos aparecen personas de tres épocas concretas del pasado: la edad de piedra, la era vikinga y el final del siglo XIX. Mientras la policia averigua las causas de la historia al revés, los tres grupos intentan adaptarse en la cosmopolita Oslo (Christiania) actual. Además de aprender algo de noruego antiguo, los guionistas enseñan un mundo muy complejo, donde los primitivos viven en los árboles, los vikingos se reunen al calor de hogueras callejeras, mientras los modernistas comprueban que ya no son superiores. Una serie de ciencia-ficción, como «Juegos de Tronos», aunque con tintes policiacos. Resulta conmovedor como engañan estas series, pero ojo porque la moraleja es la misma, cualquier tiempo pasado fue peor. Lo digo por esos que reivindican la vuelta a las barracas.

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