He extraído el título de este artículo de un cuento largo de Rudyard Kipling, escritor hindú-británico, y premio Nobel de Literatura en 1907. El título es sólo el punto de arranque, pues en estas breves líneas no me voy a referir al premiado británico, muerto en 1936, sino a una personaje mucho más cercano: Pablo Iglesias.

Surgió Iglesias al calor del que ha sido conocido como el Movimiento del 15-M, en el año 2011, en la agonía del Gobierno Zapatero. Dicho sea de paso si en algo influyó este movimiento ciudadano, que sin duda merece todos los respetos, es que 7 meses después el PP obtuviera su mayor victoria electoral en la historia de nuestra democracia. Lo que no quita a que en este éxito de la derecha, Z.P., en su lamentable final, ayudara lo suyo.

En noviembre del año siguiente apareció Iglesias como tertuliano fijo en la Sexta. Iglesias aprovechaba la oportunidad mediática que se le daba para utilizar su brillante verbo arremetiendo principalmente contra el PSOE, y especialmente contra su mayor referente vivo: Felipe González.

De comentarista pasó a la acción Iglesias, al crear el Partido Podemos, y en la elecciones europeas de 2014, obtuvo, contra todo pronóstico, 5 euro-diputados. Es constatable en la Historia como las crisis económicas se transforman en crisis sociales, y éstas en políticas. Un ejemplo espectacular y trágico de esta secuencia fue la crisis de 1929, que permitió que en menos de 4 años un partido minoritario en Alemania, como lo era al nacional-socialista alcanzara la cancillería el 30 de enero de1933. Mucho menos dramática en sus consecuencias, la crisis de 2008 tuvo la mima evolución, no sólo en España. En muchos países europeos surgieron partidos populistas, generalmente de extrema derecha. Y de los pocos de izquierdas que emergieron sólo el Tsiripas griego, a día de hoy sobrevive como una fuerza poderosa, con el 31,5% de los votos, evolucionando rápidamente para ser el futuro partido social-demócrata griego. De su máximo dirigente Alexis Tsipras, un politólogo heleno comentó que era: «el comunista que más empresas había privatizado».

Iglesias no ha alcanzado ninguna cancillería ni Presidencia del Gobierno. Volviendo al principio. Para él, y el heterogéneo partido que creó, Podemos, alrededor del cual orbitaban las llamadas confluencias, los éxitos iniciales fueron espectaculares. Quizás este éxito transmutó la transparente vanidad de Iglesias en soberbia.

Esta soberbia le llevó a olvidar una regla tan sencilla en política que no es otra que 2 y 2 no suman 4. Con un millón de votos de IU, que había participado por separado en las elecciones, el «líder» podemita y multi-confluente lo tuvo claro: pactamos con IU, y en una segura repetición electoral superamos al PSOE en votos y nos convertimos en la primera fuerza de la oposición. Para que llegara a buen término la operación surgió un obstáculo; El PSOE pactó con Ciudadanos un programa de legislatura, un partido que entonces presidía un señor que casualmente se llama igual que su actual Presidente. Solución: votar en contra de la investidura de Sánchez, junto al PP. Según los podemólogos en ese momento empezaron las diferencias de los entrañables amigos Iglesias y Errejón, pues éste era partidario de votar la investidura Sánchez y desalojar del Gobierno al entonces emblema de la derecha: Rajoy.

El 26 de junio de 2016 le fallaron las matemáticas a Iglesias y de nuevo el PSOE fue el primer partido de la oposición. Si le hubieran salido bien las cuentas al reiterado Iglesias nunca sabremos si hubiera encabezado él la moción de censura de junio de 2018, y si ésta hubiera triunfado. Los supuestos contra-fácticos son meros ejercicios intelectuales. Lo que es un hecho es que Podemos pierde un millón de votos cada elección, y su frecuencia en España es tal que permite a los que vivieron la dictadura franquista adultos, saciar la estricta dieta que padecieron de voto democrático.

Los acontecimientos políticos de los últimos meses son de sobra conocidos. Su resumen, en el aspecto que hoy nos ocupa, es que al tertuliano transmutado en político nada le sale bien. Sus reiterados errores le han llevado, en la fecha que escribo estas líneas, 1 de octubre, al borde de la ruina política. Podía citar varios. Uno de los más relevantes fue que en la conocida como Vista-Alegre II derrotó con amplitud a su ex-amigo Errejón. Sin embargo no lo mató, políticamente se entiende. Lo dejó moribundo. Como premio de consolación le ofreció encabezar la candidatura a la Presidencia de la Comunidad Madrileña.

Pero Errejón, que según reconoció hace pocos años Iglesias, era el auténtico ideólogo de Podemos, no se presentó como candidato de Podemos. Formó una nueva candidatura: Ahora Madrid. Y con ella machacó a Podemos-IU en la Comunidad Madrileña. Y hoy, en las horas más bajas de Iglesias, lanza a nivel nacional la candidatura Mas País. Como en la famosa obra de Shakespeare Julio César, sólo le falta decir al «hombre que pudo reinar»: «¿tú también hijo?».