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Maite Fernández

Mirando, para no preguntar

Maite Fernández

La Tierra tiene fiebre

"La tierra tiene fiebre, necesita medicina…que le cure la penita que tiene" canta Bebe. «No quiero que tengas esperanza, quiero que entres en pánico», dijo en sede de la ONU Greta Thunberg. Los científicos alertan: no queda tiempo para paliar el problema, tan sólo queda tiempo para adaptarnos a la nueva situación.

El calentamiento global es una realidad que nadie se atreve ya a cuestionar. Es el mayor reto con el que debemos enfrentarnos como sociedad. Pero nosotros parece que estamos a otra cosa. Greta Thunberg se ha convertido, a sus 16 años, en el icono mundial de la lucha contra el cambio climático. Hija de un actor (que ahora ejerce de representante) y de una mezzosoprano, la joven inició sus protestas en su país, pero se ha convertido en la líder de un movimiento mundial. Un día Greta se plantó delante del Parlamento sueco con un cartel que decía: «Huelga escolar por el clima». Greta demostró tenacidad a la hora de mostrar su enfado sobre el estado del planeta: lleno de plásticos por aquí, sobrecalentándose por allá. Se convirtió en la heroína de la causa. Un personaje que tenía todo para ser admirada: era una niña de trenzas rubias (empezó con15 años), tenía un discurso contundente, se enfrentaba sin recato a todos los gobiernos y además, sufría Asperger.

Pero ha sido su intervención en la Cumbre del Clima de la ONU la que más controversias ha generado. Adorada y odiada a partes iguales, los críticos sospechan que la joven no es más que la marioneta de oscuros intereses. Este mes de agosto, el diario conservador británico The Times apuntaba a que detrás de Greta hay unas cuantas empresas, coordinadas por Ingmar Rentzhog, presidente de un think tank, al que pertenecen desde políticos socialdemócratas suecos hasta ejecutivos de grandes empresas energéticas del país interesadas, según decía el diario, en impulsar la transición ecológica por puro interés crematístico. Dicen que emplean a una niña para generar adeptos a su causa. Sea o no cierta la denuncia, lo que seguro está claro es que muchos expertos dicen ahora que adaptarse al cambio climático puede salir muy rentable, que puede dar dinero. Estos señores, la Comisión Global de Adaptación, en la que se incluyen líderes de negocios, política y ciencia, incluidos el cofundador de Microsoft, Bill Gates y el ex Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, han pedido a los gobiernos de todo el mundo una inversión masiva para adaptarse al cambio climático durante la próxima década. Con un argumento que parece más que convincente: se obtendrían importantes ganancias a medida que los países evitan pérdidas catastróficas e impulsan sus economías. Es la economía que también necesita aliarse con el clima.

Es un informe de 81 páginas, publicado justo antes de la cumbre de la ONU, en las que estos expertos piden invertir cerca de 2.000 millones de dólares entre 2020 y 2030 para adoptar medidas mitigadoras de los efectos del cambio climático: alerta temprana, infraestructura que puede soportar el aumento del nivel del mar y el clima extremo, y aumentar la agricultura para hacer frente a las sequías. De esta forma, dicen, los efectos del huracán en Bahamas se hubieran reducido notablemente. Porque no hay marcha atrás. Y habrá que adoptar medidas para mitigar sus efectos y medidas para adaptarnos a una nueva situación climática. «La mitigación y la adaptación son en realidad dos caras de la misma moneda», dice el informe. «Si demoramos más la mitigación, nunca podremos adaptarnos lo suficiente para mantener a la humanidad segura. Y si demoramos la adaptación, pagaremos un precio tan alto que nunca podríamos mirarnos en el espejo». El cambio climático ha llegado para quedarse. Pero nosotros parecemos estar a otra cosa.

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