El Parque Natural del Turia es de reciente creación, data de abril de 2007 y nace con la vocación de preservar un entorno inigualable, los aledaños del cauce del Turia en sus últimos 35 Kms repleto de fauna y flora singular que le hace, sin duda, merecedor de especial protección. Poco tiempo después se creó una vía verde que enlaza el Parque de Cabecera con Vilamarxant de unos 27 Kms que discurre paralela al cauce del Turia que lo cruza mediante puentes de madera en diversos tramos. La vía está concebida para que pueda recorrerse a pie, en bicicleta y a caballo. A pie y en bicicleta la vía es común, sin embargo existen recorridos alternativos ecuestres. El diseño de tierra como no podía ser de otro modo para respetar el entorno natural es una reducida pista con zahorra que hace serpentín constante, con algunos repechos perfectamente salvables para cualquier persona, tan es así que es frecuente observar niños acompañados de su progenitores que andando y mas frecuentemente en bicicletas hacen tramos de la ruta. A lo largo de la ruta se divisa un rio plácido repleto de postales con una paleta cromática que evocan al mejor Monet. Inundan los sentidos los olores de la vegetación, y el agua que baña su ribera logra un sosiego reparador.

Este paisaje idílico se decolora gravemente porque el diseño de los puentes resulta problemático debido a su estrechez que requiere, en el caso de cruzarse con otro ciclista, de un funambulismo y precisamente en el lugar más alto y encapsulado por las barreras de protección. Por si esto no fuera bastante, el acceso a algunos de esos puentes se produce en ángulo recto en pendiente, y si le añadimos que el acometimiento es como una horma por el desnivel existente entre la rampa del puente y el suelo, más que cruzar el puente se trata de una pirueta saltimbanqui arriesgada y peligrosa.

Con ser relevante, no es esto lo más grave. La pista desde su creación, alrededor de 2010, no ha sido reparada, ni siquiera mantenida, de modo que el paso del tiempo, su uso y las lluvias, han dejado zonas apropiadas para transitar cabras pero no personas. Y no es que sea una incomodidad es que se incurre en un peligro para la integridad de los usuarios. Algunos tramos están precedidos de señales de camino en mal estado, advertencia que es de origen del trazado, signo de dejadez, porque además de advertir el peligro hay que conjurarlo. Como es de ver el paisaje luminoso se nubla por momentos, pero la tormenta que me ha animado a escribir estas líneas es el insufrible tránsito por la «vía ecológica», pues la invasión de las cañas, arbustos y arboles hace de imposible tránsito a riesgo de graves percances. Hay lugares que las cañas han creado un enrejado que hay que ir sorteando, en otros las cañas han cruzado de lado a lado y entre los huecos a duras penas se puede mantener el equilibrio para atravesarlos, pero lo más importante es que de caber solo cabe una persona o un ciclista y la amenaza de choque con otro usuario es permanente, que no sucedan accidentes con más frecuencia no puede ser explicado desde la ley de probabilidad, debe ser cosa de los Dioses. En estas condiciones, es frecuente circular por la mitad de la vía porque en sus laterales se arremolinan zarzas arbustos y cañas empujando al usuario a buscar un equilibrio imposible, pues resulta inevitable padecer golpes o arañazos leves al rasgar cualquier vegetación los brazos o torso. Para pasear por esta ruta el usuario debe ir pertrechado como si fuera a realizar un trabajo de alto riesgo, al menos, casco, guantes y gafas de protección, si además lleva ropa reforzada y larga mejor. Si esta imagen puede parecer exagerada animo a los poderes públicos a que paseen por la vía ecológica para comprobar que es todo menos eso, ecológica. No parece que un corredor ecológico cuya función es asegurar una visa sana y sostenible, se transmute en un corredor que ponga en riesgo la salud y la integridad al usuario. Este contrasentido debe resolverse a favor del ciudadano y tomarse en serio un Parque Natural. Deber de la Administración que no puede ignorar pues no sólo debe velar por la seguridad del ciudadano sino que además debe arrostrar las consecuencias de su anormal funcionamiento.

Debe, pues, acometerse con extrema urgencia la corrección de esos riesgos para lo que bastaría disponer de brigadas de jardinería de las entidades corporativas municipales implicadas aliviando de vegetación las orillas de las pistas dándoles la suficiente profundidad que añadiría un factor de prevención para el polvorín de incendio que representan las cañas . Debe igualmente establecerse un presupuesto destinado a un mantenimiento periódico del estado del la vía, y una reparación de aquellas zonas devastadas por impracticables o que suponen riesgo de desplazamiento de terreno o corte lateral. Finalmente es preciso que se articulen normas de uso en evitación de autenticas mandadas de ciclistas depredatorias del espacio público y la verificación de su cumplimiento con la incorporación de patrullas móviles de policía local que además deben de velar por la seguridad y al tiempo acometan tareas de prestación de auxilio.

Estas tareas no pueden demorarse por razones competenciales, la zona de Quart representa en algún lugar un imposible y entraña riesgos indeseados, la zona de Manises es endémicamente la más abandonada -taludes a punto de desmoronarse-, Paterna/Eliana, apenas tienen incidencia, y Vilamarxant y Benaguacil están dejados de la mano de Dios, si bien justo es reconocer que Ribarroja es la que mas atención le ha prestado (aunque insuficiente) sea por la proximidad del pueblo o de las urbanizaciones, pero ha acreditado mas sensibilidad en el tramo la Presa/Ribarroja, no así Ribarroja/Vilamarxant. Todo ello no es óbice para resaltar el papel relevante que juegan como coresponsables la Confederación Hidrográfica del Júcar y la Conselleria de Medio Ambiente con marcadas competencias sobre el Parque Natural.

La dedicación de estos recursos no puede considerarse gravosa porque la seguridad e integridad es un deber que corresponde tutelar a la Administración Pública, pero es que además desde una perspectiva práctica es incluso favorable porque sin duda los accidentes que se produzcan al transitar por esta vía dado el estado deplorable que se encuentra están incursos en responsabilidad patrimonial por anormal funcionamiento de la administración. Y debe recordarse que un choque entre ciclistas o de estos con peatones, puede dar lugar a graves lesiones que implican de suyo una rémora para la administración publica, tanto desde la vertiente moral (dejadez) como económica con clara repercusión para los fondos públicos (responsabilidad patrimonial) y más cuando tras la difusión de estas líneas quedan advertidos de las graves e insoportables deficiencias del trazado y los peligros que conlleva.