“Lo que no podemos es pasar por el aro, hay que luchar por los derechos de estos niños (niñas)”. Según datos del Ministerio de Educación recogidos por la Plataforma de Asociaciones de Dislexia y Otras Dificultades Específicas de Aprendizaje en España, ochocientos mil niños y niñas en las aulas del país tienen dislexia. Manuel Escorial, presidente de AVADIS (Asociación Valenciana para la Dislexia y otros problemas de Aprendizaje), protagonizó dos horas de interesantísima y bien llevada charla, ante una docena de asistentes, en el aula FNAC: “Lo que quiero es una escuela integradora; al final, tú y yo, pagamos lo mismo”.

“La sociedad te machaca, se está machacando mucho la debilidad”, dijo David Espí Jiménez en el turno de debate, donde la competencia en intervinientes fue asombrosa. Espí, CEO y cofundador de IBS Technology, empresa de software, involucrado como disléxico y padre de disléxico apuntó: “Tenemos capacidad de pensamiento holístico (visualización de las cosas en su conjunto, globalmente); hay que potenciarlo, es un pensamiento muy espacial”. Yuri Mikhailovich. Lotman, profesor de la Universidad de Tartu (República de Estonia), experto literato, erudito en semiótica y prolífico autor, en su exitosa obra, publicada en Moscú en mil novecientos setenta, titulada: Estructura del Texto Artístico, escribe: “Todo acto de comunicación incluye un (una) remitente y un (una) destinatario de la información. Pero hay más: el hecho que todos (todas) conocemos de incomprensión prueba que no todo mensaje llega a entenderse”. Dicho autor cita a Roman Jakobson, lingüista ruso, y su tesis que afirma: “que en el proceso de transmisión de la información se emplean de hecho no uno, sino dos códigos: uno que codifica y otro que decodifica el mensaje”. Es en ese espacio donde se precisan acciones y protocolos que favorezcan la comprensión a la totalidad del alumnado en las diferentes etapas educativas. Espín, también conferenciante altruista en encuentros de Dislexia Disruptiva (giro radical a la definición y tratamiento de la Dislexia), hizo hincapié en la necesidad de desarrollar la neuroplasticidad (capacidad neuronal de adaptación).

Las y los disléxicos “Necesitamos saber el porqué de las cosas”. Práctica a seguir por quienes se limita a deglutir noticias sin mayor cuestionamiento.

“Las altas capacidades de (una) un disléxico se les castiga No podemos estar pensando en educación medieval, tendremos que cambiar el sistema”.

“Dicen que el Politécnico está lleno de gente con dislexia” comenta Escorial, para después confesar que de niño se abstraía con los cuentos orientales de Las mil y una noches, “Cambiaba las palabras, pero no cambiaba el discurso”. Este hombre de cincuenta y nueve años reconoce en la tecnología una aliada, “El tema del móvil ha venido a revolucionar todo esto”, defendiendo la permisividad en exámenes, para el alumnado disléxico, del ordenador y el corrector de texto, al igual que la calculadora.

Como pez en el árbol novela de la escritora estadounidense Lynda Mullaly Hunt. En sus zapatos, película dirigida por el estadounidense Curtis Hanson e interpretada por Cameron Díaz y aconsejada por Escorial, o Percy Jackson y el ladrón del rayo, protagonizada por un chico con dislexia y TDAH (Transtorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), son trabajos concernientes a la dislexia en diferentes artes.

Robert Louis Stevenson, escritor escocés, aseveraba que “Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad que olvidamos lo único importante: vivir”. Vivir sin la frustración que deprime a cientos de miles de estudiantes que ven como una y otra vez se les increpa diciéndoles que no valen, que están “empanados (empanadas)”. La dificultad en la lecto-escritura, “No es una enfermedad”, apunta Escorial, “¿Cómo es que estamos en un catálogo de enfermedades mentales?”.

¿Por qué persisten las barreras educativas ante la dislexia? ¿Por qué niños y niñas han de continuar en el infierno del acoso escolar (bullying) por su dislexia?

En el estudio realizado por Paul Alexandre Osterrieth titulado Psicología infantil, el autor refiere sobre el ingreso en la escuela de niños y niñas, que este es “el descubrimiento de la vida social, de la vida pública, y no sólo de la “profesional”. Va a dársele la oportunidad de establecer (ella) él mismo su propio estatuto y las relaciones de reciprocidad con seres que son verdaderamente “como el” (ella), que no le son superiores “de oficio”. La conformidad con los standards del grupo, (la) le acuciará, y más aún, la conformidad con los desiderata adultos. Porque en el seno del grupo es donde el egocentrismo infantil ha de sufrir sus más hirientes derrotas, y donde la coherencia interna, la reciprocidad de puntos de vista, la cooperación y los sentimientos altruistas encontraran un terreno favorable para su floración”. ¿El sistema actual ayuda a tal floración o fomenta la marginación?

¿Por qué a un (una) alumna disléxica se le llama torpe si no cumplen con los ítems de lectura y escritura? ¿Qué hay con la baja autoestima que se fomenta?

“Es que es vago (vaga), es inmaduro (inmadura)” son calificativos ante un caso de dislexia no reconocida. Niños y niñas disléxicos utilizan estrategias para esconder sus dificultades de aprendizaje”. Cada día en sus vidas es distinto “Igual se levantan y es maravilloso y al día siguiente ha cambiado”.

“Hay que hacer de padres (madres), intentar que tengan descanso y aunque les gusta ir de la mano de alguien, la excesiva conducción no es buena”. Escorial, por su calidad de disléxico, declara: “He sido programador, analista, y no he tenido ninguna clase de ayuda”. ¿Imagina, además, si se es mujer!

“No nos dan un duro”, la dislexia se encuentra fuera del programa de becas, “Nos pondremos las pilas, ya que, si el aula es incapaz de buscar los medios, fuera es costosísimo. No tenemos que condenarlos (condenarlas) al analfabetismo”. Rememorando su infancia, Escorial cita a un maestro del régimen, como lo califica, que le aterrorizaba, “Tenía diarrea” al ir a clase.

“¿Cómo voy a hacerle un examen distinto?” se cuestiona cierto profesorado, pero “Hay cosas que se pueden pactar ante exámenes”. “Tienen que saber que eso existe; cuestiones que se hacen en el extranjero y no aquí, y no se sabe por qué”.

“Niños (niñas) que se conocen todos los dinosaurios y, en cambio, no saben otras cosas; cuya inteligencia suele ser elevada” que, por negligencia o incapacidad, sin protocolos de detección e intervención de la dislexia, abandonan los estudios inexorablemente.

“¿Qué pasa en la (escuela) pública? A mí me han invitado a irme. El Defensor del Pueblo me ha enviado un mensaje que me dice que vaya por lo judicial. Yo voy contra la Consellería”, expuso acaloradamente la madre de un adolescente disléxico. “A mí me han invitado a irme en la concertada; a los profesionales les cuesta reconocer a un disléxico, jamás iban a reconocer que mi hijo era disléxico”, añade Espín.

“¿Quién aplica la ley?” “Recuerdo un decreto en el que el punto 5 estaba repetido”, AVADIS está decidida a luchar.

Luz Rello Sánchez, lingüista madrileña y doctora en informática, disléxica, referente en las reivindicaciones, hace seis años recibió el premio European Young Researcher´s Award (EYRA), por su trabajo sobre la dislexia. Antonio Ortí, periodista valenciano, en el suplemento semanal Magazine, menciona entre las “tipografías específicas para leer mejor con dislexia” la denominada “Dyslexie” y fuentes como “Arial”, “Tahoma”, Comic Sans” y “Century Gothic”. ¿Por qué no se valoran e implementan las herramientas educacionales acordes con la dislexia?

En España la población total asciende a cuarenta y seis millones novecientos treinta y seis mil personas, resaltar que el 10%, un total de más de cuatro millones y medio de personas son disléxicas (International Dyslexia Association/Asociación Europea de Dislexia)

¿Por qué no existe representación en el Consejo Escolar de Estado? Consejo presidido por Enrique Roca Cobo. “El presidente del Consejo escolar del Estado cobró 8.000 euros brutos por trabajar 24 días laborables en 2018”, (“sueldospublicos.eleconomista.es”, 10/06/2019).

“Me es imposible hacer una caligrafía como Dios manda”, declara Escorial.

En palabras del filósofo madrileño José Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias, y si no salvo mis circunstancias, no me salvo yo”.