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Butaca de patio

Los polémicos Nobel

Hace unos años fui a protestar por lo que consideraba una injusta calificación de un ejercicio periodístico de un colega. El profesor que había juzgado los trabajos, al que yo apreciaba y respetaba, me miró fijamente, se encogió de hombros y me señaló un grueso montón de ejercicios presentados a aquella prueba. «De los cientos de redacciones que he leído», explicó, «he elegido las que me gustaron más. Pero todo es subjetivo y probablemente si las hubiera calificado otro profesor, no habría dado las mismas notas». Aquel ilustre compañero venía a subrayarme una verdad elemental que se basa en que las disciplinas humanísticas no pueden ser valoradas con la objetividad científica que se aplica a una prueba de matemáticas.

La anécdota serviría para este caso concreto, pero podría ampliarse hasta el nivel de la categoría en lo que se refiere a subjetividad de todos los premios literarios, artísticos o cinematográficos. Así pues, influidos por las tendencias y modas, por los sucesos históricos, por sus gustos personales o por los poderosos intereses económicos que se mueven entre bambalinas, entre otras muchas variables, los 18 académicos suecos que fallaron ayer el Nobel de Literatura, 12 de ellos varones, no se guían por una imposible objetividad, sino que deben regirse al menos por una honesta subjetividad. Aunque reaccionara tarde la Academia sueca ante las acusaciones por abusos sexuales contra Jean-Claude Arnault, marido de la académica Katarina Frostenson, bienvenida sea la asunción de responsabilidades de la institución nórdica que llevó a no conceder el galardón el pasado año y a otorgar dos premios ahora en 2019.

Pero volviendo a la subjetividad y repasando la lista de premiados desde 1901 podríamos afirmar que la mayoría de los que están son, aunque no estén todos los que son. No se trata de un juego de palabras. ¿Quién va a discutir los méritos de algunos Nobel en español como Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela, Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Gabriela Mistral o Juan Ramón Jiménez? ¿Quizá serían discutibles los galardones a Jacinto Benavente o José Echegaray, tachados por muchos críticos de autores mediocres? ¿Tal vez debieron recibirlo escritores como el cubano Alejo Carpentier o el español Miguel Delibes? ¿Hay una mayoría de escritores anglosajones y europeos en perjuicio de culturas minoritarias o periféricas? Sin duda alguna, pero la Academia sueca no es una entidad por encima del bien y del mal, de las presiones y de las ideologías. Por ello en la doble edición de este año la institución nórdica ha dado una de cal y otra de arena. Es decir, han premiado a una novelista polaca, Olga Tokarczuk, casi desconocida en España; y a un autor austriaco, brillante pero polémico donde los haya como Peter Handke. No parece, pues, que los Nobel de Literatura se hayan abierto a muchas innovaciones. En cualquier caso, nunca lloverá a gusto de todos ni en estos importantes galardones ni en muchos otros. De hecho, apenas 18 personas deciden un canon literario universal y enriquecen a los autores premiados y a las editoriales que los publican.

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