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10N: incógnitas emocionales disparadas

En España solo se aburre el que quiere. A un mes de las cuartas elecciones en cuatro años, las encuestas bailan al ritmo de incertidumbre y emociones. El país se pone a prueba. Sábado 12 de octubre: desfile de las Fuerzas Armadas con el tradicional coro de ultraderechistas abroncando al presidente del Gobierno al llegar a la tribuna; recepción en el Palacio Real donde mil personas hablaban de todo, pero especialmente de la sentencia del procés, ya filtrada. Marchena, indignado. Debía comunicarse el lunes 14. El martes 15 era mal día: aniversario del fusilamiento de Lluís Companys, presidente de la Generalitat; el 16 se cumplen dos años del encarcelamiento de Jordi Sánchez y, sin sentencia firme, mantenerlo en una celda sería prevaricación.

Más madera: el traslado de los restos de Franco en las portadas de medios del fin de semana.

«Final con dignidad, a una situación indigna», recalca la vicepresidenta Carmen Calvo. Por medio, una familia que amenaza con más recursos, un juez que se opone y advierte que quedan cuatro años hasta su jubilación; un prior en la basílica que fue dos veces candidato por Falange y colas de curiosos por ver la tumba de Franco, que se abrirá 44 años después sin presencia de cámaras. (Ya veremos si cualquier enterrador no lo retransmite en directo). Todos los elementos para una opereta en lo que debía ser solo un acto de justicia, eternamente aplazado. En el Valle de los Caídos hay víctimas de los dos bandos. Franco no fue víctima, sino el que empezó la guerra con su golpe de Estado. Que descanse en el panteón de su familia; justo es. Y luego está la fecha. ¿No había otro momento más que este, a quince días de las elecciones?

Así que en estas cuatro semanas, hasta las urnas, tendremos sentencia firme, protesta de varios días en Cataluña, apertura de la tumba del dictador, seguramente Brexit, petróleo más caro, más nubarrones de recesión y todo lo que aún no sabemos que pueda suceder. Con esa programación de emociones, ¿quién se atreve a garantizar un resultado que permita el desbloqueo gubernamental?

Sabido es que los ciudadanos retrasan cada vez más su decisión electoral y, en este caso, hasta dudan si participar. (Busquen en internet el genial vídeo de la «mierda frita» y anímense a votar). «La campaña será light, pero a hostia limpia», prevé un destacado líder de la economía social. Lo clava. Casado se modera pero tiene que callar a algunos de su entorno con lenguaje guerracivilista. Abascal triunfa en El Hormiguero con cuatro millones de espectadores. Errejón promete semana laboral de cuatro días y a Pablo Iglesias sólo le quedaría proponerla de tres. Albert Rivera ya levantó el veto al PSOE -premio para el que logre identificar al que le recomendó semejante despropósito- y ahora propone alcanzar un acuerdo de Estado, incluso antes de las elecciones. Y Pedro Sánchez jugando partidas simultáneas de ajedrez en los tableros del procés, el de Franco, el de la campaña a ratos perdidos y el de la agenda internacional.

Decisión electoral a última hora y con impulsos emocionales estimulados, incluido el de la abstención. A saber qué sale de las urnas. Y en medio de todo eso, sarpullidos de hartazgo de la ciudadanía. Es lo que ha sucedido con la candidatura de Teruel Existe. Aburridos de que los políticos no les atiendan, o que les hagan guiños equivocados como el de Pedro Sánchez, que les prometió el otro día unos estudios que ya están licitados, decidieron constituir una agrupación de electores para ir a las urnas. Gran éxito popular de recogida de firmas. Pero no podían imaginar la respuesta de algunos poderes: veto en las televisiones públicas, editoriales de prensa en contra y agresividad máxima de los partidos. Teruel tiene tres diputados que en abril se repartieron populares, socialistas y Ciudadanos. Si Teruel Existe obtiene acta, lo que parece probable, uno de los tres caerá. Pero el rechazo es superior: es el miedo a que la sociedad civil se rebele contra la política inoperante. Una advertencia seria.

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