Aún no hace un año del empadronamiento de la actual lideresa de los populares de la capital y parece que siempre estuvo ahí. Olvidadas parecen las tensiones que en el seno del partido se produjeron por su designación. Aunque hoy su liderazgo no está cuestionado y su labor opositora a Ribó comienza a dar frutos, el principio estuvo marcado por la polémica. Empezando por la lista municipal que confeccionó a su medida sin contar con los principales dirigentes de los distritos.Los líderes del partido en Exposición, Marítimo, Abastos, pedanías Sur y Norte o Tránsitos quedaron fuera de los puestos de salida. No debió de ser un trago agradable para ellos, que sostuvieron la organización en los peores años. El malestar fue máximo cuando algún candidato en puesto de salida se negó a colaborar en la mesas electorales el día de la votación, un atrevimiento impensable en otros tiempos pasados en el PP valenciano.

La canción volvió a repetirse con el nombramiento de asesores. Catalá rescató a cinco políticos de la vieja guardia, experimentados en la gestión municipal y reconocidos en el aparato local, haciendo caso omiso a algunas de las líneas rojas que había marcado la presidenta regional, Isabel Bonig. Catalá reconoció la complicada labor de Eusebio Monzó en la anterior legislatura e incorporó a Alberto Armero y Enrique Pardo, un guiño a la estructura local con el que compensaba los puestos que se otorgaba a sí misma: tres periodistas de su máxima confianza -entre los que incluyó a su propia hermana- a los que premiaba con una retribución de casi 60.000 euros que salen de las arcas públicas municipales. Pero a pesar de aquellos inicios con sombras, las luces parece que se han ido imponiendo en el equipo municipal. A ello ha contribuido, por ejemplo, que Vox ande desaparecido, con vodeviles internos tanto a nivel local como autonómico. En Ciudadanos corren aires de cambio, aparentemente interesados, pero sin un recambio claro y con muchas dudas dadas las pocas opciones disponibles

Así las cosas, Catalá podría tener el camino allanado, que no despejado, para convertirse en la única líder de la oposición a medio plazo. Cuenta con equipo -a destacar el papel de su número dos, María José Ferrer Sansegundo- y tan solo deberá vigilar los existentes e inquietantes protagonismos individuales. En una situación difícil para el conjunto del Partido Popular, Catalá podría ser una de las pocas líderes capaz de construir un liderazgo sólido. Quizás el único que se vislumbra hoy con cierta claridad. Dependerá de ella misma.