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La ventana

Un buen antídoto

Por circunstancias la vi el 12 de octubre coincidiendo con la fecha en que Millán-Astray se doctoró en el paraninfo de la universidad de Salamanca y así, uno de los episodios épicos del descosido nacional, me traspasó como si fuera propio por la sencilla razón de que lo es. En el mismísimo julio del 36 mataron en Lora del Río, muy cerquita de Carmona, al guardia civil Federico Morales y los zapatos bien esculpidos del abuelo dejaron de lucir para los restos pese al esmero diario.

La secuencia en la que Amenábar se vuelca para que el relato cinematográfico hierva con el general de la Legión, el rector y la devota mujer del generalísimo en ciernes como filtros preeminentes de lo que estaba por venir, retrata el quimérico ensamblaje entre las españas, del mismo modo que sucede estas tardes en la barra del bar o en los encuentros entre amigos y allegados alrededor de la reciente sentencia sobre ese aneurisma interior que también estuvo presente en el acto académico de celebración del Día de la Raza en medio de la contienda sangrienta que seguía in crescendo entre paisanos. Si, con idéntica personalidad, Chaves Nogales dedicara su esfuerzo a diseccionar en 2019 el desgarro que, lejos de mermar, se enquista y, en su búsqueda permanente de una tercera vía, acabaría como acabó entonces, incomprendido, refugiándose bien lejos de los mártires y de las bestias que segaron el caudal de unas crónicas que, en lo sustancial, no han logrado dejar de ser actuales.

Los que están precipitándose sobre las salas para deglutir «el paso alegre de la paz» son legión y puede estar convirtiéndose en uno de los mejores antídotos contra esa abstención que nuestros próceres se han ganado a pulso para el día de marras. Sin posicionarse a favor de nadie -y por eso ningún candidato ha dicho ni pío sobre la peli-, sino votando contra la ignominia, que es de los pocos activos que nos quedan, y yendo a refrendar con ardor inesperado cada uno a los suyos en el caso, claro, de recordar quiénes son.

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