Borges imaginó que el paraíso sería algún tipo de biblioteca. Ese ideal, que forma parte de muchos de nosotros, se consolida como un espacio socializador en las ciudades para visibilizar el conocimiento, la convivencia y la dinámica cultural. Pero más allá de esta base común, son cada vez más voces las que estamos de acuerdo en que, hoy en día, el sentido de la biblioteca necesita redefinir su identidad. Desde hace años comienzan a abrirse foros y debates en torno a esta demanda. He podido asistir a algunos de ellos en la ciudad de València, así como estar cerca de la campaña «Bibliotecas Inquietas», lanzada recientemente desde el Colegio Oficial de Bibliotecarios y Documentalistas de la Comunidad Valenciana. Por medio de un manifiesto de 100 puntos donde subrayan la necesidad de estos lugares, sus condiciones, cercanía, impulso con la ciudadanía, dignificación del sector y de sus espacios físicos, encabezaron la acción con frases como: «las bibliotecas ya no son lo que eran, y sus bibliotecarios y bibliotecarios, tampoco».

Mantener únicamente el servicio tradicional de las bibliotecas, junto al encorsetamiento de sus funciones (o su clásico silencio), solo derivará en un progresivo autoaislamiento de la realidad social y creativa del entorno de las ciudades. Desde esa línea y a través del impulso de la concejalía de Acción Cultural del Ajuntament de València, queremos establecer una serie de proyectos que consoliden esa renovación. La propia estructura estratégica de las 33 bibliotecas públicas que tiene València, distribuidas en los distritos de la ciudad, le otorga un sentido privilegiado como activador de los diferentes agentes presentes en los barrios. Espacios que también actualizamos, como demuestra la inminente reapertura de la biblioteca Carola Reig, en Benimaclet, tras una reforma que la convertirá en la sala de lectura más grande de la red.

Partimos de una base: las bibliotecas no son libros, son personas. Y es por ello que su desarrollo implica necesariamente la suma de una realidad (digital, intergeneracional, con diferentes soportes y disciplinas), que puede ocurrir dentro o fuera de sus muros. Siguiendo esta idea, recordamos el proyecto Biblioteca Expandida Deslocalizada (BED), presentado en el mes de junio en La Marina con una interesante respuesta de público. La experiencia organizada en un horario de viernes a domingo, contaba con zonas de descanso y de diversos talleres, cuyo objetivo se apoyaba en la transmisión del conocimiento, más allá de los libros. Si la biblioteca debe cumplir una función de socialización y de centro cultural, además de las actividades que desarrolle, merece también especial atención su propio diseño (señalética, mobiliario, flexibilidad). Ese será otro de los pilares que abordaremos los próximos meses, creando ambientes que permitan e inviten a la actividad.

Conectada con la reparación de algunas carencias para visibilizar el trabajo de las mujeres escritoras, la ciudad de València se incorporó recientemente a la red de Bibliotecas en Igualdad, a través de la adhesión al manifiesto que desde la Asociación Clásicas y Modernas se impulsa en toda España. La participación consiste en la programación de diferentes actividades para promover la lectura de escritoras y el compromiso de completar los fondos bibliográficos con perspectiva de género. Recogemos así el testigo simbólico de Siri Hustvedt, al dedicar el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019, «para todas las niñas que leen muchos libros sobre un sinfín de temas, que piensan, preguntan, dudan, imaginan y se niegan a estar calladas».

Todas estas medidas y propuestas no nos alejan de los procesos que hemos vividos recientemente en algunas bibliotecas municipales de la ciudad, vinculados a los ajustes de los horarios y del personal en algunas de ellas. Son medidas que estamos tratando de mejorar, pero nos llevan a plantearnos al hilo de los explicado al comienzo de este artículo, si las bibliotecas deberían ser mucho más que meras salas de estudio. Es por ello que junto a la participación de la ciudadanía, la renovación y actualización de ellas será uno de los objetivos de este gobierno. Este año, el cartel del ilustrador alicantino Miguel Calatayud será el encargado de celebrar su día, junto con el pregón de Gemma Pasqual desde la biblioteca Central de Gandia. A través de sus palabras, sumamos nuestro apoyo. «Larga vida a las bibliotecas, refugio de todos, también de los sin cuento, de los sin libro, de los sin papeles, de las niñas que no quieren ser princesas y de los niños que no quieren ser héroes». Felicidades a todos los bibliotecarios y bibliotecarias por conectar a las personas con los libros, y con ellos abrirles una ventana al mundo; a los usuarios por integrar las bibliotecas como un espacio más en sus vidas y a los centros, colegios, clubes de lectura y de animación lectora por compatir historias y conocimiento. Dentro y fuera de sus espacios, hoy día 24 las bibliotecas, se celebran.