Este otoño vivimos la cristalización de dos fracasos. Catalunya y Europa, aquejadas de inestabilidad, afrontan su frustración. La Unión Europea tardó 46 años en incorporar a su candidato díscolo: Gran Bretaña. Desde la guerra de Catalunya (1640), frente al conde duque de Olivares, valido del rey Felipe IV, los catalanes no habían expresado mayor descontento. Violentos aparte. La guerrilla urbana en Barcelona en el contexto de manifestaciones y marchas, han escenificado la indignación de los secesionistas. Lejos de apaciguar los ánimos se exasperan a las fuerzas beligerantes. Han sumido en el desánimo a quienes persiguen la vía de diálogo. Otro fracaso.

Brexit. El Reino Unido, tras varios aplazamientos, se resiste a salir de la Unión Europea. Ya no será el 31 de octubre señalado. ¿Qué pasaría si a fuerza de aplazar la salida, cae Boris Johnson, hay elecciones generales en gran Bretaña y se propone un nuevo referéndum por un gobierno que haga del Brexit una cuestión de Estado? Las relaciones del Reino de España con el de Gran Bretaña en el plano comercial y humano han sido cordiales y fructíferas. El tercer mercado europeo y mundial para el comercio exterior hispano. Para la exportación hortofrutícola valenciana una baza imprescindible desde hace casi dos siglos. Cuando llegó a Liverpool el primer envío marítimo, no de cabotaje, de naranjas desde el puerto de València. El principal cliente de cebollas y muy importante en los grandes mercados británicos de distribución de producción agrícola en fresco. La «Pérfida Albión» se convierte en un socio insustituible para los exportadores valencianos. La Cámara de Comercio hispano-británica en Londres, con el Comité de la Exportación de Cítricos -cuando era un lobby eficaz- era el centro de operaciones en el que los empresarios valencianos en Gran Bretaña.

Altres catalans. Ha ocurrido en Barcelona la reacción de la sociedad económica catalana (mal llamada civil, por aquí) frente a la descomposición de la convivencia en Catalunya, extensible al resto de España. La reunión ha contado con la asistencia de 450 empresarios que representan a 600.000 empresas y a dos millones de personas. La han liderado dos líderes del empresariado catalán, Josep Sánchez Llibre y Josep González, presidentes de Foment del Treball Nacional de Catalunya y de la influyente Pimec. Foment representa a la gran empresa y Pimec a las medianas, con más de cincuenta asociaciones y federaciones. Se ve con claridad que Foment se adelantó -en una maniobra inteligente- a los acontecimientos. Al sustituir a Joaquim Gay de Montellà por Sánchez Llibre. Y muy importante: sin hacer ruido.

Tiempo de política. Se agradeció a Gay de Montellá -amigo de José Vicente González- los servicios prestados y se fichó a Sánchez Llibre. Siendo empresario tiene perfil de político profesional que ha defendido los colores de Catalunya en el Congreso de los Diputados. Líder capacitado para afrontar la situación que había de venir y ya ha llegado. Cuenta con amigos en el País Valenciano y conoce la realidad de la Comunitat Valenciana. ¿Podría ser el candidato a presidir o a conformar un gobierno de concentración en Catalunya o incluso en España? La elección de este empresario-político al frente de la gran patronal catalana es una buena inversión para el país. Lo primero que ha hecho Sánchez Llibre es abrir una oficina eficaz de Foment en Bruselas, con gente competente, ante la Comisión Europea.

Crisis democrática. La crisis de la Unión Europea coincide en el rechazo a la Constitución Europea en 2005 por la Europa de las «Patrias» (Francia, Holanda, Reino Unido), con la gestación del Estatuto de Autonomía catalán. Definitivamente invalidado por el Tribunal Constitucional (de composición política) español en 2010. Germen y argumento para la insurgencia catalanista. Ha roto aguas en otoño de 2019 con la sentencia del Tribunal Supremo a los dirigentes políticos catalanes. Al recordarles, la mayor ovación se la llevó en la sede de Foment, Josep González, presidente de Pimec. Quebec en Canadá y Escocia en Gran Bretaña, viven la reactivación de sus tesis soberanistas. El País Vasco, contempla la situación de su entorno en contenida tensión. En Bilbao se manifestaron 40.000 personas en solidaridad con Catalunya. Más que en el País Valenciano por su financiación justa.

Gente nueva. No se supera la crisis política y territorial con los instrumentos y las personas de siempre. Los argumentos autoritarios e intransigentes no sirven para recuperar la estabilidad y la seguridad jurídica que se reclama. La situación requiere decisiones drásticas para reconducir la vía política para un problema que es sobre todo político. Justicia y policía ya han sufrido bastante. La negociación y el diálogo se han de imponer sobre los tópicos y la miopía que nos han llevado a un callejón sin salida. ¿Y un gobierno de concentración para recomponer la figura del Estado español para que funcione). El caso valenciano -presente y futuro- da para una reflexión que empresarios y políticos no deben demorar.