Háganme caso, sean de centro. Yo para mi desgracia no he podido serlo. Se lo digo, porque vivo con la inquietante impresión que la ideología, conjunto de ideas que caracterizan un modo de entender la organización social, está en crisis. Todos viajan al Centro. En el centro no hay que defender nada, sólo defender la distancia. Ya nadie se atreve a distinguir lo público de lo privado, nadie reconoce la existencia de clases sociales, nadie diferencia la caridad de la solidaridad, lo que pertenece al comportamiento ético de lo que no lo es; todo es ambiguo, y en la búsqueda de esa filosofía nace el Centro político, que creo debe ser un sitio donde esa ambigüedad impera.

No se trata de entender el interés público como la ruptura de las desigualdades entre los pueblos de mundo, el interés público está en la mayor audiencia. Los Partidos viajan al centro, en ocasiones renunciando a su propia historia, los líderes son de centro y parece que toda la sociedad está en el centro. Y en esa fiebre del poder por el poder, da igual que el gato sea azul o rojo, lo importante es que cace ratones. Cuando tratas de debatir ideas, el compañero de turno saca una encuesta del bolsillo, la fiebre demoscópica, y responde con porcentajes y razonamientos matemáticos.

Eran las organizaciones políticas quienes garantizaban los idearios de la utopía que eran su razón de ser. Pero en esa frenética carrera de ocupar el centro, se trata de destruir lo sustancial de la organización, no de debatir y votar ideas, sino personas. Y en este discurso aparece la importancia del independiente. El independiente, que no se sabe muy bien que piensa y que aparece cuando menos se le espera, puede presentarse de dos maneras, quien tiene aspiraciones de cartel político y el independiente con aspiraciones técnicas, el asesor que sabe mucho de diseño y de marketing.

Le repito: un error. Un error de la naturaleza que no haya podido ser yo ni independiente, ni de centro. Pero miren, no me arrepiento de haberme equivocado porque yo creo que el centro político ha sido considerado como algo situado en un espectro o terreno de nadie, sin principios determinados o concretos, sin fundamentos filosóficos e ideológicos determinados. El centro político, en sí mismo, no existe ni puede existir porque los partidos tienen que tener ideología y filosofía política de uno o de otro signo. El centrismo es en sí mismo situacional, puesto que se define en función de la posición ideológica de otros. Puede defender una cosa o la contraria, según la oportunidad.

En resumen, en el Centro no hay ideología, no parte de una concepción del hombre y del Estado, como el liberalismo o el socialismo. Los ciudadanos se sitúan mayoritariamente en el centro. En España han intentado ocupar ese espacio diversos partidos, UCD, el Centro Democrático y Social, Unión Progreso y Democracia y Ciudadanos. Además existen algunos partidos de representación testimonial, como el Centro Democrático Liberal, Alianza Central Demócrata, Centro Liberal Renovador o Ciudadanos de Centro Democrático, y organizaciones carentes de toda representación institucional, que también se reclaman centristas, como Unión Centrista Liberal. En definitiva, parece que a los ciudadanos les agradan mucho las políticas centristas, pero se cansan muy rápidamente de ellas y vuelven a votar a partidos con ideología liberal o socialista.

Después de esta reflexión me desdigo. No sean de centro. Margaret Thatcher de inconfundible ideología dijo: «Estar parado en el medio del camino es muy peligroso, eres golpeado por el tráfico de ambos lados».