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Optimismo rentable (I)

Las personas positivas son las más felices, saludables y longevas

Hace unos días he tenido la oportunidad de leer un artículo que hacía referencia a las conclusiones llevadas a cabo por Martin Seligman, psicólogo, escritor y profesor de la Universidad de Pensilvania, tras realizar más de 350.000 entrevistas a hombres y mujeres, en un periodo de veinte años, con el fin de averiguar lo que las personas piensan la mayor parte del tiempo. ¿Y qué es lo que descubrió? Pues que había una relación directa entre el optimismo y la gente exitosa. Y no solo eso, señoras y señores, porque el nivel de optimismo es el mayor indicador para saber lo feliz, saludable y longeva que será una persona. Cuanto más positiva y optimista sea, más energía y entusiasmo tendrá, llegando incluso a desarrollar un sistema inmune incluso más resistente. ¿Y qué hace falta para pensar de manera más exitosa? ¿Y para desarrollar una mentalidad más optimista? Al igual que nos entrenamos físicamente, debemos hacerlo mentalmente, de manera que aprendamos a responder automáticamente de manera constructiva a cualquier cosa que nos suceda. Interesante, ¿no les parece? Pues veamos y pongamos mucha atención a lo siguiente que voy a decirles.

Brian Tracy, empresario, escritor de ventas y desarrollo personal, propone un programa de siete puntos, que son más bien siete actitudes que debemos cultivar para ser personas más positivas, confiadas y optimistas.

Veamos pues. Él propone el entrenamiento diario siguiente:

1) Orientarse hacia el futuro. O sea, pensar en el futuro más que en el pasado, lo que quiere decir poner más atención a donde vamos a ir que donde hemos estado, en todo aquello que es posible en los meses y años venideros que en lo que ha ocurrido, porque ya no se puede cambiar. Las personas tienen que estar orientadas en el futuro y tener muy claro cómo quieren que sean sus vidas dentro de cinco o diez años. Pueden decir lo que quieren y lo que están haciendo al respecto. Él insiste en que no hay cosa más poderosa que la claridad.

2) Pensar en los objetivos. La visión hacia el futuro es visión a largo plazo; la orientación al objetivo es más precisa. Concretar la visión y convertirla en acciones medibles, específicas y tangibles, que se pueden ejecutar siguiendo un plan de acción a corto y largo plazo. Por supuesto, y muy importante, un plan que sea evaluado periódicamente, para ajustar las acciones.

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