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Butaca de patio

Vidas que son símbolos

Algunas vidas sobresalientes se convierten en el hilo conductor de toda una época, son trayectorias que explican los fenómenos sociales de tal modo que sus peripecias individuales pasan a ser categorías colectivas. El género en auge de las biografías históricas viene a demostrarlo tras largos periodos en los que las interpretaciones globales, como el marxismo o el estructuralismo, pretendían minimizar los liderazgos y reducirlo todo a la influencia de los grandes movimientos de masas. Porque no se trata de escribir sobre aquellas vidas supuestamente ejemplares de reyes o de santos, sino de investigar sobre pioneros que rompieron moldes y anticiparon el futuro. Un auténtico maestro del género biográfico, el austriaco Stefan Zweig, logró describir el apasionante periodo de las exploraciones a comienzos del siglo XVI con su Magallanes, el hombre y su gesta (Capitán Swing) o trazó una magnífica panorámica de las miserias y grandezas de la Revolución francesa en Fouché, retrato de un hombre político (Acantilado). Más cercano en el tiempo, el periodista y autor norteamericano David Remnick compuso, por ejemplo, un extraordinario perfil del presidente Barack Obama y su época en El puente (Debate). O al referirnos a nuestro país, Isabel Burdiel, catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de València, obtuvo el premio nacional de Historia en 2011 por una excelente biografía de Isabel II (Taurus) que dibuja a la perfección todo el convulso siglo XIX español.

Precisamente esta semana una colega de Burdiel, la profesora de Literatura Española de la Universidad de Barcelona Anna Caballé ha sido galardonada también con el mismo premio por mostrarnos con rigor y brillantez la figura de una pionera del feminismo. Así Concepción Arenal, la caminante y su sombra (Taurus) indaga en una pensadora y activista cuyo nombre rotula muchas calles y plazas, pero cuya obra resulta muy poco conocida por los lectores. Gran defensora del género y responsable de la universitaria Unidad de Estudios Biográficos, Caballé ha señalado: «Mi empeño ha sido siempre ofrecer otra perspectiva a lo biográfico, partir de la comprensión psicológica del personaje y analizar la evolución de su personalidad en el contexto de su obra y del momento histórico». Aquí, en esta reflexión, se hallan las claves que han utilizado muchos autores anglosajones, alemanes o franceses para elevar la biografía a un género literario de primera división y a un elemento indispensable para comprender la Historia con mayúsculas.

Desgraciadamente en nuestro país, hasta hace bien poco, el memorialismo (biografías, autobiografías y memorias) no gozaba de la consideración de otras disciplinas. Una mezcla de pudor cristiano para entrar en las vidas privadas, una deplorable falta de interés por nuestro pasado y una escasa tradición memorialística propiciaron un relativo olvido del género. Por fortuna parece que la tendencia se ha invertido en los últimos tiempos y de esta manera historiadores, periodistas y ensayistas de primera fila se han acercado a figuras, en ocasiones muy desconocidas, que marcaron una época. Más allá de las siempre exitosas y cotillas biografías de personajes de la prensa rosa, obras como la de Anna Caballé prestigian un género tan interesante como necesario.

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