Los valencianos ven con escepticismo las elecciones generales. Ya han comprobado cómo han terminado todas las combinaciones posibles. En la dictadura, Franco no tuvo compasión de la zona conquistada, sede de la presidencia de la II República con Francisco Largo Caballero y Manuel Azaña (1936-37). Cese fulminante del alcalde de València y marqués del Turia, Tomás Trenor Azcárraga (1958) por quejarse del trato recibido tras la riada de 1957. No fue mejor con la Transición que desembocó en gobiernos de Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo.

Bloqueo. En la era constitucional coincidieron varios alcaldes del PSOE -Fernando Martínez Castellano, Ricard Pérez Casado, Clementina Ródenas- con gobiernos socialistas presididos por Felipe González en la Moncloa. Acabaron como el rosario de la aurora. La fortuna tampoco sonrió a los intereses valencianos. Veinticinco años de hegemonía del PP en el Ayuntamiento de València, con Rita Barberá al frente. Cuatro presidents de la Generalitat -sZaplana, Olivas, Camps y Fabra- y varias alternancias en el gobierno de España entre PSOE y PP -Aznar, Zapatero, Rajoy- no desbloquearon los intereses reales de los valencianos, con un trato equitativo en financiación e inversiones con la media española. La interinidad de Pedro Sánchez, en complicidad con la presidencia autonómica reanudada de Ximo Puig, no ha dado los frutos deseados. Los empresarios, desde Cámara, CEV y AVE, contemplan los toros desde la barrera, con añoranza expresa de un giro a la derecha que vienen vaticinando desde 2015. ¿Vicente Boluda (AVE) y Salvador Navarro (CEV) volverán a representar a la Generalitat en el consejo de administración de la APV?.

¿Autonomía?. En la Autoridad Portuaria confluyen el interés de la ciudad y su hinterland, con las competencias de la Administración central del Estado y la autonómica, presidida por Ximo Puig. El Puerto de València no pertenece a los valencianos. No se gestiona por la Generalitat ni por el Ayuntamiento. Las competencias de los puertos estratégicos las tiene el Gobierno central. De ahí el anglicismo -de Port Authority- que proclama la pertenencia de los principales puertos al Gobierno español -Autoridad Portuaria de València- y la gestión que se ejerce desde el ministerio de Fomento y su dirección general de Puertos del Estado. Control férreo en sus ingresos e inversiones. El Puerto de València no es autónomo. Lo fue desde 1977 a 1984 por exigencia del Banco Internacional de Reconstrucción e Inversiones.Para evitar que el dinero del crédito que concedía al Puerto de València, fueran a parar a las arcas del Estado y de ahí, a destinos ajenos al préstamo.

Al Norte Sagunto. Se replantea la problemática de la ampliación Norte del Puerto de València. Si la Autoridad Portuaria de València (APV) está constituida por los recintos portuarios de Sagunt, València y Gandia, las instalaciones de Sagunt constituyen el flanco norte de la APV. En 2007 cuando se planteó la aprobación del megamuelle, que ahora se pretende finalizar, surgieron criterios razonados para evitar que se construyera esta mole de cemento que puede a alterar el ecosistema. José Manuel Iribas, publicó en diciembre de 2007 un artículo en el que expuso «10 razones para ampliar el puerto… en Sagunto». Concluía: «Es inconcebible que se amplíe el Puerto de València con un horizonte de 25 años para ampliar posteriormente el de Sagunto (…) ¿Es razonable que el Puerto piense jalonar nuestra costa de macroinstalaciones, desactivando la posibilidad de otros usos más interesantes?»

Afectaciones. El puerto es importante para València. La ciudad sin puerto sería diferente. El puerto, como infraestructura logística estratégica puede ser gestionado con lealtad por el Estado. El puerto es caja de resonancia de la economía. La economía valenciana tiene en su puerto -Sagunt, València y Gandia- un instrumento clave para su desarrollo autonómico. Un puerto -gestionado desde la incompetencia o la mala fe- puede ser un foco de dificultades. En muchos casos irreversibles. La ciudad de València se ve afectada por su actividad, por sus ampliaciones y por las consecuencias de su extensión por el territorio -ZAL, desembocadura del río Turia, accesos, conexión urbana, viabilidad de las playas-. El Ayuntamiento debe salvaguardar los intereses de la ciudad y de sus habitantes. La Generalitat tiene la responsabilidad de proteger el territorio, más allá del ámbito municipal. De otro modo incurriría en prevaricación y negligencia política.

No es delito. Reclamar una declaración de impacto ambiental para un proyecto distinto al de 2007 no es delito. El acceso Norte del Puerto de València va rodando desde que en 1990, realizara y pagara un estudio la Cámara de Comercio de València. La gran silenciosa. La megaterminal que quiere explotar la multinacional MSC, es una ampliación del Puerto de València que marcará su futuro. Su presidente, Aurelio Martínez -hombre de Ximo Puig- lo sabe. Es de razón y justicia que se hagan los estudios medioambientales necesarios para garantizar que no perjudicará el entorno ni condicionará el futuro metropolitano de la ciudad. El norte del puerto es Sagunt, como solución y oportunidad. El acceso norte al puerto mediante túnel submarino desde el Carraixet, con isla incluida, sería un exceso. Se ahorrarían más de dos mil millones de euros, muchos riesgos y desavenencias institucionales.