La velocidad a la que el tiempo vuela hace que aquello que fue noticia de portada caiga en el olvido, devorado por la acuciante actualidad. Estos días son los resultados electorales, su análisis y las posibles alianzas lo que ocupan los periódicos y las conversaciones de café... Pero hay cosas sobre las que no se debería pasar página. Cinco vidas completas, cientos de años debería vivir un valenciano medio para ganar con su esfuerzo los cuatro millones que han desaparecido de la empresa Municipal de Transporte, EMT.

Hemos oído y leído de todo: que los protocolos de seguridad no eran los adecuados, que había personal de baja médica que seguía firmando las facturas desde su casa, que se autorizaron los pagos sin las rúbricas de todos los responsables, asesorías externas... Joan Ribó y su gobierno han tildado los hechos de burda estafa. Pero a cualquier vecino le resulta difícil aceptar tales explicaciones tras saber que se destina cerca de medio millón de euros a pagar las nóminas de quienes han permitido tamaño fraude. Hace escasos meses el equipo de Ribó centraba su discurso electoral en las personas: pues bien, con el dinero esfumado podrían duplicarse las plazas de nuestros mayores en centros de día, multiplicar por siete el gasto dedicado a las entidades que combaten la desigualdad en nuestros barrios, sextuplicar el montante dedicado a asociaciones que luchan contra la exclusión, multiplicar por ochenta las ayudas que el consistorio destina a apoyar a las entidades que combaten la explotación sexual.

Se podría haber aumentado también en casi cinco veces la ayuda que recibe el mayor albergue y comedor de la ciudad. El timo de la EMT, en fin, supone el mismo dinero que el consistorio presupuesta a pagar ayudas de emergencia social para aquellos valencianos que no pueden hacer frente al pago de necesidades básicas: alquileres, luz, agua, alimentos...

Si quienes hoy gobiernan estuvieran en la oposición, ¿habrían increpado al alcalde en una parada de mercado? ¿Habrían portado camisetas exigiendo responsabilidades? ¿Se habrían colocado debajo del balcón municipal para reclamar, pancarta en mano, la devolución del dinero estafado? Respondan ustedes. Ahora habremos de esperar a la «comisión de seguimiento» de turno, pero no hay comisión más eficaz que la actuación de la Justicia. Mil euros bastaron para acabar con la carrera de algunos políticos (¿recuerdan el pitufeo?), y aunque aquello nada tenga que ver con esto, tampoco son comparables las cifras económicas. Quienes antes denunciaban dobles varas de medir ahora las legitiman. Pero ya digo, ahora toca hablar de los resultados electorales...