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La ventana

Les entró el vértigo

Horas antes de que Pedro y Pablo acudieran de la mano a una revisión urgente donde les sustrayeran los tapones que se les había formado y en medio de la catarata de datos, análisis, gráficos y reacciones, un mensaje a página entera complementó la mañana siguiente a las elecciones la secuencia impresa del diario: «Ahora es el momento de sentarse a hablar, empecemos por escuchar». Se pregutarán ustedes de quién pudo ser dado que, admitámoslo, no lo sitúan.

Pues de Gaes, empresa perteneciente al sector de la corrección auditiva. De quién podía ser si no. La compañía, que no se dejó llevar por el amplísimo arco detectado en el radar de Tezanos y que anticipándose a lo ocurrido supo posicionar el recado con tino, cuenta con 750 centros en toda España y la cantidad de los que agrege en adelante será un barómetro fiable. Oteando esto, da la impresión de que estamos ante una actividad con un futuro garantizado. Al presi en funciones, por ejemplo, le zumbaron los oídos cuando empezaron a lanzarle consignas la noche de autos y, al día siguiente, Ábalos, su lancero de confianza, no entendía que le preguntaran lo que lo preguntaban. Esto puede haber sido hipoacusia neurosensorial, que suele destaparse en el momento en que el afectado registra problemas para entender el habla de los demás aunque ésta suene suficientemente alta. No hay por qué preocuparse en exceso. La ciencia ha avanzado una barbaridad y, antes de que te dé por dejar pasar el tiempo sin hacer nada al respecto y que se viniera encima una nueva repetición con crecimiento de las dificultades para entender lo que otros dicen, puedes operarte. A fin de evitarlo, los fastidiados Pedro y Pablo se han apresurado con lo suyo puesto que la citada hipoacusia se caracteriza por episodios de vértigo y se suelen repetir dentro de una creciente pérdida de audición que, de no corregirse, deriva en sordera irreversible. Aún queda que los escuchen a ellos. Y ya veremos. Por eso el sector de la corrección auditiva anda al quite.

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