Las elecciones generales han sido un éxito. Han cuantificado la ultraderecha de Vox y queda pulverizada la opción errática de Ciudadanos -Albert Rivera. La extrema derecha española, que siempre había estado en el Partido Popular, se ha destapado con todos sus efectivos. El desmadre catalán mtiva el corrimiento ideológico. Ya sabemos dónde ubicarlos. Es el fascismo de siempre. El poso franquista que persiste en el entramado social, mezclado con dosis de indignación y castigo por el suplicio electoral reiterado. Se calcula que 300.000 sufragios recibidos por Vox en España, provienen de exvotantes de U. Podemos. En mi pueblo, Carcaixent, -el mismo que el de mi paisano, Arcadi España, conseller de Infraestructures- Vox ha sido el partido más votado, seguido del PP. Los socialistas a la cola. En la Comunitat Valenciana la formación antiautonomista y aconstitucional de Santiago Abascal ha contado con el respaldo de 467.000 almas. Incremento del 50% de apoyos. Tercera fuerza política de la C.V. El Consell de Ximo Puig puede temblar. Estos datos aleatorios invitan a la reflexión y a la enmienda.

Eterno fascismo. El intelectual italiano Umberto Eco dio una conferencia (1995) en la Universidad de Columbia, sobre un fenómeno que él conocía muy bien por propia experiencia,, «Il fascismo eterno», en la que dio pistas para reconocer el movimiento que nació en Italia en el primer tercio del siglo XX. Se implantó en Alemania, Austria, España o Portugal y que ahora se reaviva con tintes nacionalistas y versiones anglosajonas en Estados Unidos (proteccionismo - Donald Trump) y Gran Bretaña (Brexit-Boris Johnson) o ligado al islamismo yihadista. Primero, no es nada nuevo. Segundo, no es necesariamente conservador. Tercero, busca la tradición. Cuarto, es camaleónico. Adaptable a los tiempos y a las circunstancias o confesión religiosa. Quinto, es cobarde y se esconde cuando se siente acorralado. Sexto, se aletarga en partidos políticos democráticos homologables. Séptimo, necesita la figura de un líder que lo conduzca (duce, fürher, caudillo, descamisado). Octavo, aborrece la cultura y la crítica intelectual. Noveno, reniega de sus orígenes. Décimo, prima la acción sobre los valores humanos. Culto al poder.Totalitario, autoritario, despótico, fanático, antiliberal, coincide con el capitalismo en su ademocracia y emerge de la frustración individual o social.

País Valenciano. Las consecuencias electorales del 10-N en el País Valenciano dejan a la mayoría de gobierno (PSOE, Compromís y U.P.) en la Generalitat en una situación preocupante. En escaños y votos. El PSOE es el partido más votado. La suma de los diputados y senadores del bloque de derechas (PP, Vox y Cs) supera al bloque progresista. Compromís en su alianza electoral con Más País de Iñigo Errejón, marca distancias. No ha logrado ir más allá del escaño de Joan Baldoví en el Congreso. Dura constatación para la causa valencianista. Es el único representante en las Cortes Españolas, que no pertenece a partidos centralistas. Que toman sus decisiones fuera de la Comunitat Valenciana. Compromís ha de reflexionar sobre la repetición (28-A y 10-N- 2019) de sus resultados en ambas convocatorias.

Compromís. Habría que conocer la razón por la que Compromís en las elecciones generales del 10-N tiene 173. 821 (6’47%) votos, cuando en las autonómicas del 28-A consiguió el respaldo de 439.459 electores. Casi tres veces más, con un 16’45% de los votos. Algo o mucho se hace mal cuando los ciudadanos afines optan por opciones electorales distintas en las elecciones generales que en las autonómicas. Muy probablemente la campaña está mal planteada, falla el mensaje y la necesidad que tiene la coalición de estar representada en Madrid para defender los intereses valencianos. No es banal. Ante el gobierno de España y en la Cámara donde se legisla a favor o en contra del País Valenciano. Ahora que se negocia la investidura y la composición del Gobierno, sería mucho mejor tener 6 diputados valencianistas, como el País Vasco, que la singular representación de Joan Baldoví. Podemos nunca lo hubiera resuelto.

Factor diferencial. Compromís cuenta con el factor diferencial que no puede igualar la competencia: formación política valencianista con sede y órganos de gobierno en el País Valenciano, cuya idea fuerza pasa por la defensa de los intereses económicos, sociales y culturales de los valencianos. Que a Águeda Micó y a Enric Morera no les quepa la menor duda de que Rubén Martínez Dalmau, vicepresidente del Consell y cabeza de U.Podemos en la C.V., tiene el encargo de ocupar el espacio de Compromís. Los resultados del 10-N reforzarán esa tentación. El gobierno de coalición ( PSOE- U. Podemos) deja a Compromís-Joan Baldoví, frente a la temible alianza de la ambición de Pablo Iglesias y los espolones de Pedro Sánchez. La socialdemocracia se retroalimenta con 140 años del PSOE, desde que otro Pablo Iglesias lo fundara en 1879. Compromís ha desperdiciado su oportunidad de hacerse visible y ser eficaz en las consellerias que ocupa en el Consell de la Generalitat. En esta y en la anterior legislatura. Cazar moscas en política cuesta caro.