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Feria València a la deriva, sin rumbo ni capitán

Es de sobra sabido que cuando en 2015 los nuevos gobiernos de izquierdas asumieron la gestión de Generalitat y Ayuntamiento de València recibieron una envenenada herencia fruto de 20 y 24 años respectivamente de mandatos populares. Entre todos los problemas destacaba de forma muy especial el de Feria València, un viejo proyecto de éxito que se amplió con aires megalómanos sin pensar demasiado en su modelo de futuro y, sobre todo, en cómo gestionarlo, rentabilizarlo y pagar las obras allí desarrolladas. Sobre todo PSPV y Compromís habían criticado y con razón desde la oposición todos esos desmanes y negligencia prometiendo resolverlos si ganaban las elecciones. Así fue y entonces entraron a controlar los destinos de la institución a través de su Patronato. Pues bien, pasados más de 4 años y reconociendo la enorme complejidad que supone encontrar su viabilidad, lo cierto es que la solución ni está ni se le espera al menos en el corto y medio plazo evidenciando uno de sus mayores fracasos.

Los dos socios de la primera edición del Botànic con las consellerías de Hacienda y Economía al frente han sido incapaces de buscar la fórmula de gestión de la deuda y pactar el modelo por tener visiones contrapuestas pero también por personalismos e incapacidad. Parece evidente que bajo ningún concepto se puede perder ni regalar un patrimonio público en el que se ha invertido tanto dinero y que ha generado una deuda próxima a los 500 millones de euros pero, a partir de ahí, las administraciones necesitan implicar a la iniciativa privada para una gestión y explotación mixta beneficiosa para ambas partes y es que, además de no perder más dinero e incluso intentar recuperar algo mediante la generación de beneficios, nadie puede olvidar que el verdadero papel de Feria València debe ser dinamizar nuestra economía, sectores y empresas como hacen otros recintos españoles y europeos.

La salida de la presidencia de José Vicente González y la fallida entrada de Vicente Lafuente han sido el último ejemplo de la falta de rumbo en la institución. El primero se va después de ver frustrada su intención de ver bajo su mandato la llegada de la solución definitiva pero por lo menos habiendo dado estabilidad y liderando a un equipo de buenos profesionales con el Director Enrique Soto al frente que han puesto orden y sacado el día a día adelante con notable éxito. El segundo no solo es hombre con capacidad y trayectoria para asumir el puesto sino que contaba con el consenso de todos pero finalmente no se ha atrevido a dar el paso al conocer la verdadera situación y, sobre todo, observar que los actuales responsables de nuestras instituciones siguen sin tener claras las cosas ni la voluntad inequívoca de resolverlas. Así pues, si me permiten el símil, nos encontramos con un barco -mejor dicho un transatlántico- a la deriva, sin rumbo ni capitán.

Por cierto, me cuenta una amiga que paralelamente a la gestión y estrategia del día a día y el corto plazo que se vive en Presidencia de la Generalitat, Ximo Puig quiere también poner luces largas e intentar liderar debates y grandes retos de futuro con amplio calado y trascendencia como la inteligencia artificial o la gestión del aumento de la esperanza de vida.

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