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La ventana

En la ardiente oscuridad

Por obra y gracia de los organizadores me adentro en el ensayo de la bailaora y coreógrafa María Pagés en puertas de que se alce el telón. Junto al equipo pone en escena Óyeme con los ojos, una oda a la introspección inspirada en el misticismo de sor Juana Inés de la Cruz, adobada por la descarga laica proveniente de las estrofas de Benedetti y de José Agustín Goytisolo. Estamos hablando de un anhelo que se materializó un lustro atrás y ahí está ella con los músicos, el regidor y el del control de los efectos dando pespuntes imprescindibles para que el conjunto supere en armonía al del mismísimo estreno. El caso es que no hay detalle que perder.

La tarea central consiste en adaptarse al espacio. La creadora no quiere sombras donde no corresponden y aprieta las tuercas para que los giros a la hora de encontrarse el grupo subido a los tangos discurra de modo armonioso desterrando cualquier sensación de amontonamiento. Con la guitarra, el violín, las palmas y los cantaores mudos, María manda repetir al chelo la intensidad de entrada para que ella pueda reconocerse por fuera y por dentro, desde la ductilidad de sus pies a la hondura de unos brazos inabarcables. El mestizaje de acordes empleados va ensamblándose, aunque la tarea sea agotadora y solo se destense cuando un suspiro de satisfacción da por concluída la prueba.

Estamos ante una de las grandes. María Pagés ha llevado su sentimiento desde Sidney hasta Chicago pasando por muchas catedrales contemporáneas del espectáculo. Pese a estar en la cumbre y haber sido solicitada para eventos institucionales de primer orden, nunca se ha despegado del suelo ni ha dejado de reclamar lugares donde poder engendrar como Dios manda bajo una apuesta legislativa que propine un buen impulso. ¡Ay, la cultura! Un país que cuenta con plebe repleta de inspiración para dar y tomar y que se permite el lujo de tratar las ramas del arte como una maría no ha entendido que esa contribución reporta un grado enorme de bienestar a los ardientes paganos. En otra vida será.

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