Hace poco pude leer en una red social el tweet de un médico oncólogo que lamentaba la situación de un paciente suyo, joven, en paro, que no sabía y le preocupaba intensamente cómo podría afrontar un gasto inesperado y necesario para su familia. Un texto sencillo, descarnado, que en menos de 160 caracteres reflejaba, de las manos de un especialista, lo que día a día sufren más de 10.000 personas en España. Porque el cáncer provoca una vulnerabilidad añadida a grupos de población ya de por sí vulnerables como es el caso de las personas en situación de desempleo.

Aunque la atención sanitaria y los tratamientos son cubiertos por el sistema público de salud, la enfermedad produce inevitablemente gastos adicionales y reduce los ingresos.

En España, cada año, como decía, son diagnosticadas de cáncer alrededor de 10.000 personas que están en el paro y más de la mitad de ellas no reciben prestación alguna, lo que probablemente significa que no cuentan con ningún ingreso. Con esta situación, las personas en el paro tendrían además que hacer frente a los gastos adicionales derivados de la enfermedad que los expertos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) tiene cuantificados en 150 euros mensuales de media, en un «caso tipo» de cáncer de mama (analgésicos, transporte no urgente, pelucas, cremas para la piel para protegerla de los tratamientos radioterápicos, etc.), pero que podrían aumentar hasta los 300 euros en un caso de cáncer gástrico, por ejemplo. Esto significa que estas familias podrían verse obligadas a tomar difíciles decisiones para la aplicación de sus ingresos a los gastos adicionales por la adquisición de productos y servicios para paliar los efectos secundarios de los tratamientos de la enfermedad o el pago de otros gastos.

Situaciones reales que en nuestra Asociación de València intentamos hacer frente concediendo ayudas económicas de emergencia, para pagar estos bienes básicos que estamos detectando que muchos enfermos no pueden cubrir. Y es que desde la Asociación se ha podido constatar como en los últimos años las necesidades de atención social de los enfermos de cáncer han crecido notablemente. En la Sede Provincial de València contamos ya con trabajadores sociales profesionales y se pudieron prestar el pasado año más de 600 atenciones directas a pacientes y familiares, y entre otro tipo de ayudas, alojamientos durante el tratamiento o préstamos de material ortoprotésico. También asesoramos a estas personas sobre recursos y ayudas sociales disponibles, acompañándolos en los trámites y gestiones porque muchas veces se sienten perdidos y desorientados. Y este último año también hemos organizado talleres de orientación laboral porque, como decíamos, un cáncer sacude los cimientos personales y familiares de aquellos que lo sufren y, en muchas ocasiones, la reincorporación al puesto de trabajo tras haberlo superado requiere de ayuda y reenfoque.

Ante esta situación compleja, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) ha pedido a todos los partidos políticos que reconozcan la vulnerabilidad añadida que provoca la enfermedad y asuman el compromiso de definir un Plan Integral de Protección a la Familia con Cáncer. Este Plan debe tener como objetivo proteger a las cerca de 10.000 personas desempleadas con cáncer además de autónomos y trabajadores cuyo salario se encuentra por debajo del Salario Mínimo Interprofesional.

Hace poco menos de un mes conocíamos datos del paro, cifras elevadas que nos hacen prever que la doble vulnerabilidad del cáncer y desempleo seguirá siendo un problema social de primer orden al que entre todos debemos dar respuesta.