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Tierra de nadie

Cambia de canal

Inhabilitación y cárcel. Cárcel e inhabilitación. Usted y yo perplejos frente a la pantalla de tele, asistiendo al final de una novela por entregas que ha durado nueve años. Casi setecientos millones de euros de los contribuyentes desviados de sus fines. ¿Cuántas vidas tendría que trabajar un periodista de los que han cubierto el suceso para obtener la décima parte de esa cantidad? ¿Cuántas un obrero de Glovo? ¿Cuántas un especialista del aparato digestivo? ¿Cuántas un subsecretario de Hacienda, un profesor de autoescuela, un ingeniero informático, un jefe de obras? Sacas la billetera del bolsillo con tus diez, tus veinte, quizá con tus cincuenta euros en metálico, y piensas en la Junta de Andalucía, en la Semana Santa, en el Rocío, mientras ves desfilar por el telediario al ejército de condenados a inhabilitación o a cárcel, a cárcel o inhabilitación. A veces las dos cosas.

Y de repente aparece Bono, José Bono, con la cabeza llena de pelo, casi no se le reconoce de lo bien que ha quedado. Promociona un libro de memorias. Dice que pone la mano en el fuego por sus compañeros de partido condenados a penas de cárcel e inhabilitación. La jornada transcurre nerviosa. Las temperaturas han caído. Llueve o nieva. El ciudadano medio continúa perplejo. Hay más declaraciones de socialistas que siguen abrasándose las manos por la honorabilidad y la honradez de Chaves y Griñán. «No se han llevado un duro a casa», dicen. Sugieren que hay algo raro ahí. Tratan a los ajusticiados como héroes. Como mártires. Tu mujer y tú os miráis con la interrogación en los ojos.

-Ya hemos visto esto otras veces -le dices.

-No hemos dejado de verlo -dice ella.

Lleva razón. No ha habido un solo partido en el poder que no se corrompiera. Y mucho. Se han corrompido todos (menos el PNV, creo) una barbaridad. Ahí está el 3% de Pujol, ahí están los fondos reservados de Felipe González, ahí está la Gürtel, la Púnica, el caso Lezo… Cantidades ingentes de dinero de nuestro IRPF desviados hacia los bolsillos gansteriles del sistema. Usted y yo, una vez más, como dos idiotas, viendo un telediario que da asco, que ensucia el salón como un río de orines. Que los niños no vean esto, cambia de canal, vuélate la cabeza.

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