Esta es una de las carteras de acción que el Secretario General de la ONU ha priorizado en el marco de la Cumbre sobre la Acción Climática que se está celebrando estos día en Madrid. Una cumbre que está protagonizada negativamente por la ausencia de grandes países contaminadores, pero que en ningún caso debe hacernos caer en el pesimismo o en el pasotismo ante un problema real, urgente y que evidentemente son las naciones europeas las que más están comprometidas con las políticas de mitigación del cambio climático. Las alcaldesas y los alcaldes recordamos a menudo que para que las decisiones gubernamentales y los planes definidos para la mitigación sean eficaces, tiene que ser la administración local la que esté más engrasada y podamos «bajar a la tierra» todos esos acuerdos. Máxime cuando los 40 años de ayuntamientos democráticos en nuestro país han demostrado la plena madurez y el compromiso de las corporaciones locales con nuestra sociedad.

«Piensa global, actúa local» es una arqueológica frase aún válida en nuestros días, frase que reivindica a diario el Comité Europeo de las Regiones, pero que sorprendentemente no está desarrollada plenamente todavía cuando las preocupantes señales climáticas no nos están dando mucha tregua para ir rapiñando herramientas a los ayuntamientos. La Agenda Urbana Española, la Agenda 2030, los 17 ODS, son principios que ya están hoy en la columna vertebral de muchos Gobiernos Locales valencianos. Agradecemos los diagnósticos, las recomendaciones y los avances de investigadores que serían difíciles de obtener con nuestros propios recursos técnicos, pero necesitamos «las azadas, las cañas y las cuerdas», necesitamos las herramientas o por lo menos que nos devuelvan las que ya teníamos para hacer frente a este desafío.

Queremos avanzar en la mitigación, mejorar la resiliencia urbana, impulsar la edificación baja en emisiones, acometer verdaderas políticas de movilidad sostenible, tener nuestros municipios más verdes y limpios con una fiscalidad que coopere a ello, una economía circular en nuestros sectores productivos, preocuparnos por nuestros barrios más complejos y vulnerables para que nuestros vecinos no se queden atrás en esta nueva «forma» de vida. Pero somos conscientes que estos retos necesitan de inventiva, de mente abierta para observar cenitalmente nuestras ciudades y pueblos, incluso de aplicación de la propia teoría científica del «ensayo-error» para obtener resultados a una situación muy contemporánea y que no sabemos si lo que impulsemos logrará los resultados para lo había sido diseñado. Decimos esto porque la mínima acción de creatividad municipal no puede poner a las alcaldesas y los alcaldes frente al macizo de la LRSAL, la estabilidad presupuestaria o la inapelable ley de contratos, dejando a los munícipes al borde de la prevaricación cada vez que queremos activar una acción que ayude a caminar a nuestras ciudades hacia la sostenibilidad.

En estos días se habla de que se acabó el tiempo de los diagnósticos y llegó el tiempo de la acción: cuenten con los ayuntamientos para esta acción, cuenten con nuestra honestidad y con nuestra lealtad institucional, cuenten con nuestra madurez, sepan que somos los gobiernos más próximos a «la tribu», en estos días que utilizamos un lenguaje más originario cuando observamos cómo está en peligro la salud de la «Madre Tierra».