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Billete de vuelta

Se admiten apuestas

Ahora que se han puesto de moda las casas de juego para hacer más pobres a los que menos tienen, se admiten apuestas: ¿habrá Gobierno en ciernes o retornaremos a las urnas? Desde que se instauró el VAR y se someten las jugadas conflictivas al escrutinio de la cámara lenta, muchos partidos se alargan y se resuelven en un arreón racial en los instantes postreros. Puede que PSOE y Podemos estén en una pachanga callejera de empate a cero y aguarden al minuto 95 para resolver el encuentro de la gobernabilidad de un país en ascuas. Si se toman en serio las bravuconadas rufianes del bufón de ERC, los secesionistas pueden colarle al arquero Sánchez un zambombazo por la escuadra, a sabiendas que al guardián de la portería y de las esencias de un socialismo narcisista se le puede dejar sentado con el engaño de un amago. Como en una final de Copa del Rey, los independentistas catalanes y vascos se juntan para hacer ruido separatista de manera que no se escuche el himno de España, camino de convertirse en Expaña desde la etapa malaje de Zapatero. Este PSOE se desangra en dos alineaciones: la imberbe que capitanea Adriana Lastra y la de veteranos de la vieja guardia constituyente, contrarios a recabar apoyo secesionista, con Alfonso Guerra de ariete.

Como estamos de rebajas, de reciente "black Friday", puede que lo que se esté disputando a estas alturas del encuentro sea el reparto de ministerios. Dicen que Iglesias quiere la cartera de Trabajo para reventar la reforma laboral y manejar las telarañas de la caja de las pensiones. Y que ha puesto sobre la mesa el nombre de la abogada laboralista Yolanda Díaz. No sé qué da más miedo, si una comunista en Trabajo o en Interior uno de Vox.

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