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En voz alta

Combatir a Vox con razones y sin cordones

Ya sé que algo básico en un buen titular de artículo es no tner que explicarlo pero, por si acaso, voy a empezar haciéndolo. No creo en las generalizaciones y, por tanto, no es que discrepe de todas las ideas y propuestas que impulsan desde Vox pero si de buena parte de ellas porque destilan odio, rencor, enfrentamiento y hasta fanatismo. Tampoco creo que todos sus votantes compartan esas iniciativas pero a ellos apelo para que sean los primeros en evitar que los dirigentes del partido se adueñen de la buena fe de muchos de esos 470.000 valencianos y también valencianas que les votaron en las últimas elecciones generales convirtiéndoles nada más y nada menos que en la tercera fuerza política de la Comunitat con más apoyos ese famoso 10 de Noviembre.

Aunque les confieso que no sé muy bien qué es eso de “un cordón sanitario” entre otras cosas porque cada uno lo interpreta de una manera, tampoco soy partidario de aplicárselo a nadie que se haya presentado a unas elecciones y haya obtenido una representación parlamentaria. Creo mucho más en combatir ideas, actitudes y declaraciones claramente ofensivas en una sociedad avanzada y democrática a base de argumentos y razones que dejen en evidencia sus poses desfasadas, trasnochadas, ridículas pero también peligrosas.

En el debate político y parlamentario hay mil fórmulas para ganarles sin tener que recurrir, por ejemplo, a cambiar normas como las del consenso para declaraciones institucionales. A mi juicio, estos planteamientos solo tienen sentido si como hasta ahora todos los grupos están de acuerdo. Si eso lo cambiamos ahora, se abre un incierto y arriesgado escenario de futuro donde pudieran salir adelante todo tipo de iniciativas en función de la composición de la Cámara. Eso sí, a Vox no se le puede ni se le debe dejar pasar ni una de las barbaridades que defiende y para ello tampoco me vale la táctica de callarse porque algunos piensen que eso les da todavía mayor protagonismo. La mejor fórmula para combatir la intolerancia y a los intolerantes es desnudarlos y dejarlos en evidencia ante la opinión pública por mucho que ellos nos quieran vetar o silenciar.

En todo este contexto, además de a sus votantes de buena fe conviene apelar a las otras derechas, a Partido Popular y Ciudadanos que aunque intentan disimular ya han demostrado que a dónde les ha hecho falta no han dudado ni un segundo en echarse en brazos de los de Abascal o encamarse con ellos utilizando terminología afectiva y sexológica porque el resultado es ciertamente pornográfico. Pero es que aquí, en la Comunitat Valenciana, nadie duda que si los resultados lo hubieran permitido, Isabel Bonig, Toni Cantó, y todos sus compañeros en diputaciones y ayuntamientos hubieran pactado sin el menor rubor con el fin de acceder al gobierno de las instituciones. Por eso y aunque la aritmética -que no la vergüenza- lo ha impedido, es el momento de instarles y retarles a que se desmarquen de las posiciones de Vox sobre igualdad, violencia contra la mujer, homofobia, inmigración y un largo etcétera sin cordones pero con razones y sin medias tintas.

?Por cierto, me cuanta una amiga que entre consellers y altos cargos ha sido muy comentada la autodescripción que de si misma hizo la pasada semana Mireia Mollà cuando dio que era un "híbrido" al intentar compaginar la defensa de sus dos grandes áreas de gestión en el gobierno valenciano la de la agricultura y el medio ambiente. Ante las dificultades que conlleva gobernar y contentar a casi todos, unos han aplaudido el término escogido por la consellera porque así intentas contentar a dos partes teóricamente enfrentadas mientras otros lo critican porque sostienen que eso, a la larga, es quedar mal con todo el mundo. El tiempo dará y/o quitará razones.

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