“Nos han amenazado por levantar ampollas”, pero “La justicia estaba en nuestras manos”. En un aula de La Nau, con asistencia de un público entrañable, se presentó la segunda edición (la primera fue en mil novecientos noventa y seis) de Versos condenados a muerte en la Prisión Provincial de Castelló 1939-1940, obra de Miren Josebe Sabater Fortea y María José Martínez Gimeno. “Hemos estado llamando a muchas puertas y, sin llamar, nos han llamado” para la reedición de este “ejercicio de intrahistoria”.

“Memoria democrática”, ariete contra el silencio y el miedo. Alfons Cervera escritor gestalguino (València) autor entre otras obras del ensayo: Yo no voy a olvidar porque otros quieran, diferenciaba conceptos: “Memoria histórica es todo, el fascismo también es memoria histórica”. Mientras que el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de València Marc Baldó puntualizaba: “Que se entienda que memoria democrática es la sociedad civil, la Generalitat, el Ayuntamiento…”

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“Manuscritos prohibidos, temáticas “peligrosas”, tragedia y misterio en el pasado de nuestras familias, intriga, miedo” se lee en el libro, un arduo trabajo de recopilación. Ambas autoras, licenciadas en Filología Anglogermánica, se lanzaron a tan épica investigación cuando la bilbaína Sabater Fortea sorprendió a su abuela totalmente “aterrada”, durante el golpe de Estado del 23-F de 1981, queriendo destruir a toda costa unos escritos atesorados secretamente. A partir de ahí, poemas, dibujos y relatos de represaliados por la genocida dictadura franquista tras la guerra, vieron la luz.

“La memoria individual tiene estereotipos; la rutina diaria, la cotidianidad amarga, la falta de alegría cotidiana, lo que significan los toques de corneta”, anotaba Baldó sobre la obra.

¿Qué sentimiento de justicia se puede percibir cuando el silencio sigue vigente ante sangrientas represiones y crueles maniobras?

“Que este triste ejemplo sirva de gran lección para todo el país” dijo el político (PP) villalbés (Galicia) Manuel Fraga Iribarne, tras la “matanza del 3 de marzo” de mil novecientos setenta y seis en Vitoria-Gasteiz.

¿Por qué países que se vanaglorian de ser evolucionados siguen teniendo como divisa inculcar el miedo y el olvido?

“Caídos por Dios y por España”, es una construcción política de tintes selectivos, excluyente de millares de personas cuyo recuerdo ha sido borrado durante casi un siglo. Olvido para personas injuriadas y sacrificadas por un engranaje represor franquista meticulosamente orquestado que, tal como recoge la Colección Vázquez Montalbán en Los demonios familiares de Franco, contaba con elementos del calibre de Camilo Alonso Vega, “la habilidad política no acompañó a su indudable eficacia represiva; bajo su ejecutoria la extrema dureza represiva no impidió un continuo in crescendo resistencial en general y de organizaciones democráticas clandestinas”. ¿Por qué no recuerdan quienes estuvieron ahí, en la resistencia, lo que fueron antes de su estatus actual? Blas Pérez González, “fiscal del Tribunal Supremo; el principal responsable del aparato represivo del Régimen, asesorado inicialmente por técnicos nazis, creó un implacable aparato policial de represión política, la Brigada de Investigación Político-Social (BIS)”.

La dedicatoria de la obra merece aplauso adlátere: “A esas mujeres anónimas que día tras día andaban kilómetros y kilómetros para llevar comida a sus presos; pisando, durante ese largo camino las afiladas cuchillas de la duda: “¿Se podrán comer este cubo de arroz o lo traeré de vuelta lleno, pero sin vida?”.

Duelo inacabable, no compartido, en mujeres que “Nunca bajaron los brazos” y siempre, “El silencio que sigue estando presente en nuestra sociedad” menciona, Miren Josebe Sabater en turno de palabra.

“Condenados en lo que se llamaba la corbata”, pena de muerte, según apunta María José Martínez, cientos de miles de personas sin delitos de sangre o robo, fueron aprisionados y hacinados en celdas denominadas “ratoneras”. En una de tres metros con setenta centímetros de largo por dos metros con diez centímetros de ancho, con un retrete junto a la puerta y varias sillas, encerraron a dieciocho presos políticos “ratones”, que compartirían su tragedia mientras escribían a hurtadillas. Escribieron para saberse seres humanos. “Presos sometidos y represaliados, muchos fusilados”. Cuantos sabían leer y escribir fueron considerados como un “peligro”; pero, en la necesidad de sentirse vivos “Montaron una tertulia literaria” como socorro a sus mentes, relatos y poemas que “Casi todos ellos memorizaban”; y así, en esa tortura de denigración absoluta, las palabras fueron su “Tabla de salvación”. Dos mil treinta y cuatro internos contabilizados en un penal con capacidad para ciento cincuenta reclusos. “Víctimas de la Causa general, creada por el Decreto 26 de abril de 1940 para legitimar el proceso de represión y la despolitización del país”. Cautivos que al negarse a cantar el Cara al Sol, tras la censura de cestas familiares con víveres, ropas y azufre para la sarna, vieron aumentar los fusilamientos.

“Todos los españoles amantes de la verdadera España y del orden y la justicia están en el ineludible deber de dar cuenta a las Autoridades Judiciales Militares de cuantos criminales atentados contra las personas y contra la propiedad cometidos durante el periodo de dominación revolucionaria hubiesen tenido conocimiento”, disponía el bando publicado por el General en Jefe de Galicia (Antonio Aranda Mata) al llegar las tropas franquistas a Castelló, según recoge esta valiosa publicación de dos mujeres perseverantes en el develamiento de lo escrito en catones o papeles de liar tabaco, originales de un alcalde, estudiantes, agricultores y profesores. Antonio Baldayo Vallés, Pascual Cabrera Cremades, Bautista Fortea Cubedo, Francisco Mezquita Peris, Vicente Moliner Nadal, José Blasco Peris, Alberto A. Cienfuegos, Lucio Carrascal Badenes, Bautista Peris Muñoz.

Juan Francisco adolescente bisnieto de uno de los escritores compendiados leyó un texto de su familiar, una pareja mixta de jóvenes declamó otro fragmento, seguidamente leyó el hijo de Mezquita, autor de un croquis de la “ratonera” donde estaban recluidos los “ratones”. Rafa, también adolescente, intervino en la lectura homenaje, al igual que el nieto de otro represaliado, el colofón corrió a cargo de la nieta de Vicente Colomer y su lectura del verso: La tortura del silencio. ¡Que la juventud acceda a la verdad, al recuerdo!

¿Por qué no existen herramientas contra el saqueo de la memoria democrática como ritual de represión? ¿Estamos en el siglo XXI? ¿Estamos en Europa?

Se “Está constantemente legitimando la guerra, a los (las) que ganaron la guerra” apunta el también escritor Baldó Lacomba. ¿Y del resto hay que robarles hasta las lápidas?

“Sistemática persecución de militantes y simpatizantes de las organizaciones políticas democráticas. Todavía hoy es imposible establecer el cómputo total de la población española represaliada; Jackson, Tamames, y Southworth dicen que más de 200.000 personas fueron ejecutadas durante los años cuarenta. La represión alcanzó hasta a los monárquicos”. Sistema que se dilató en el tiempo, tal como sigue recogiendo la Colección Vázquez Montalbán: “La dureza de la represión contra la clase obrera (huelgas de 1958 o de 1962) fue consustancial con el proyecto Ullastres (Alberto Ullastres Calvo, catedrático de Historia Económica y miembro destacado del Opus Dei), que llegó a decir a través de la televisión que (las) los españoles habían perdido toda humildad alimenticia y habían renunciado a comer garbanzos”. ¡En la única televisión española, semejante chorrada!

Represión que sigue viajando a través del planeta fijándose allá donde hay genoma adecuado. “La ley Mordaza (Ley Orgánica de protección de la seguridad ciudadana de 2015 del “pepeísta” Jorge Fernández Díaz) elevada a la enésima potencia”, es el dictamen de un conferenciante en Ràdio Klara respecto al real decreto popularizado como “155 digital”, aprobado recientemente; “Esperemos que el Constitucional lo decrete como nulo, con esta ley el 15M no se hubiera producido”.

Libros de textos, sistemas educativos y sociales, paradigmas religiosos, medios informativos; en todo, “El silencio ha sido el instrumento principal para el olvido”, (Llach: La Revolta permanent).