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Mecanismos de defensa (I)

Los mecanismos de defensa son una serie de medidas de protección, inconscientes, que nos permiten hacer frente a determinadas emociones desagradables. A corto plazo, pueden ser útiles, pero, a la larga, el efecto puede llegar a ser bastante dañino, ya que su uso rutinario puede reducir la eficacia del procesamiento emocional. Lo cierto es que nunca nos podremos liberar totalmente de los mecanismos de defensa. Pero, con más consciencia de uno mismo, se podrá entender la forma en que nos están ayudando y dañando y, por lo tanto, podremos comprender cómo potenciar el bienestar emocional. Algunos de los mecanismos de defensa más comunes, son:

Represión. Hay una línea muy fina entre represión y negación. La negación implica el rechazo de pleno a aceptar una realidad dada, la represión, por su parte, significa olvidar por completo la experiencia en su conjunto. Con la represión, la mente toma la decisión de enterrar la memoria en el subconsciente, lo que impide que pensamientos dolorosos, molestos o peligrosos entren en la conciencia. Es lo que sucede, por ejemplo, en el abuso a menores u otras experiencias traumáticas que tuvieron lugar al principio de nuestro desarrollo. Si bien la represión, al igual que la negación, pueden servir para propósitos inmediatos, sobre todo si estamos atormentados por una experiencia dolorosa, si no tomamos el tiempo de procesar y de lidiar con la experiencia, el asunto puede llegar a tener consecuencias graves en el futuro.

Desplazamiento. Con él se transfieren las emociones de la persona que es objeto de la frustración a alguien o algo completamente distinto porque, inconscientemente, se cree que enfrentar la fuente de los sentimientos puede ser demasiado peligroso o arriesgado. Se define como "desvío de sentimientos emocionales de su fuente original a un objetivo sustituto". Aunque en un principio puede proteger de decir o hacer algo que podría tener irreparables daños, va a terminar perjudicando a alguien completamente inocente.

Racionalización. Es una forma de negación que nos permite evitar el conflicto y la frustración que una situación nos genera. Emitimos un montón de excusas falsas para justificar un comportamiento que no nos gusta. Y nos damos razones, aparentemente muy lógicas, que justifican o encubren los errores o contrariedades. Nos montamos una película para tratar de defendernos del efecto frustrante y, a la vez, autoconvencernos de que en el fondo no deseábamos aquello.

La próxima semana continuaré hablando de otros mecanismos de defensa.

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