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Votar nos une

Mi vecina es atea, pero acude todos los domingos a misa de doce porque le tranquiliza encontrarse en la iglesia con personas junto a las que pasa media hora en silenciosa comunicación. Le gusta, dice, charlar a la salida con la gente. A veces se toma un vermú con un grupo de fieles con los que ha establecido cierta amistad.

- Una sociedad sin rituales -me asegura-, se descompone en cuatro días.

Frente a mi gesto de escepticismo, añade que votar es un modo de ir a misa.

- No compares -me quejo.

- El otro día -arguye- Bono, José Bono, que sabe un poco de esto, dijo en la tele que quien manda en la política es el dinero. Tú puedes votar a quien te dé la gana, pero salga quien salga, gobernará el Ibex 35. Quien dice el Ibex 35 dice el Dow Jones o la Troika, lo que prefieras. La jornada electoral es ya lo más parecido a un rito religioso dirigido a calmar un poco la ansiedad de la gente, que es lo que hace la misa de doce, así que no me vengas con cuentos.

Tuve que reconocerle que era verdad, que el mundo está dirigido por potencias económicas fuera de control. ¿Quién se cree que Casado, Sánchez, Iglesias o Inés Arrimadas son capaces de embridar a Google? Quien dice Google dice Apple o el mercado de futuros. Es cierto, pues, que la política está cada día más contaminada de la fe que caracteriza a las creencias religiosas. De ahí, quizá, las pasiones que levanta. Ninguna familia ha roto en la cena de Navidad por culpa de una discusión sobre el teorema de Pitágoras. Las cuestiones relacionadas con la razón provocan conversaciones razonables. Por la fe, en cambio, se mata.

-En mi círculo de amigos hay seguidores de diferentes partidos políticos. Lo que caracteriza a todos es el fanatismo por esas formaciones que recuerda el ardor de los creyentes en€€€. (póngase en la línea de puntos el dios que prefiera cada uno). De modo que quizá unas terceras elecciones tampoco resultaran tan catastróficas. En mi casa votamos en familia, como cuando íbamos a misa con nuestros padres. Votar nos une.

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