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Maite Fernández

Mirando, para no preguntar

Maite Fernández

Vivir sin memoria

A veces basta con una melodía, con un aroma, con una imagen para activar las neuronas del recuerdo y revivir experiencias pasadas. Algo aparentemente tan simple y común como los sueños. La memoria, esa capacidad de nuestro cerebro que nos hacer sobrevivir como especie. Los recuerdos, sensaciones almacenadas en nuestro “disco duro” que nos hacen crecer como personas. Como en la mayoría de los casos, no lo valoramos hasta que la perdemos.

A veces no conoces el verdadero valor de un momento hasta que se convierte en memoria. Y cuando pierdes la memoria pierdes muchos de los momentos vividos. Lo que antes te hacía sonreír no provoca emoción alguna. No recuerdas muy bien quién eres ni quién te acompaña. Confundes los sabores y confundes las reacciones. “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”, dijo Gabriel García Márquez. Los recuerdos son una forma de aferrarte a las cosas que amas, las cosas que eres, las cosas que no quieres perder.

Mi madre no tiene memoria. Es una de esas 800.000 personas que viven sin memoria en España. Cada año se diagnostican 40.000 nuevos casos de esa maldita enfermedad que lleva a quien la padece a vivir en la confusión y la desorientación. Dicen los especialistas que entre un 30 y un 40% de los casos Alzheimer en España no están diagnosticados como tal. También la sufrieron nuestros abuelos, aunque entonces sólo de hablaba de demencia senil.

Hoy por hoy se ha alojado en 1 de cada 4 hogares españoles. Es una maldita enfermedad que roba buena parte de la vida de quien la sufre y de quien cuida de los enfermos. Es la causante de que el 6% de la población española de más de 65 años y un 20% de los que ya han cumplido los 80 vivan sin memoria, desorientados, perdiendo cada día parte de su vida, de su capacidad para expresarse, para moverse, para conocer y reconocer. Confundidos entre la realidad y su realidad. “Cuida tus recuerdos, no puedes revivirlos”, decía Bob Dylan.

El origen de esta enfermedad neurodegenerativa no está del todo claro. Y tampoco parece que se haya encontrado ninguna fórmula para curarla o para detener su progresión. Tan sólo algunos medicamentos que alivian ciertos síntomas. Según la Sociedad Española de Neurología, en España el coste total del tratamiento del Alzheimer es de 10.000 millones de euros anuales, el 1,5% del producto interior bruto nacional. Vivimos más años y la prevalencia de la enfermedad va en aumento. También sus problemas y sus costes, económicos y sobre todo personales.

Porque junto a cada una de esas personas que viven sin memoria, están los familiares y los cuidadores que también sufren esa maldita enfermedad. La familia es el soporte principal, el afecto la única herramienta con la que cuentan para sobrellevar la situación. El Alzheimer es una enfermedad compartida con dos víctimas: el enfermo que la padece y el cuidador o familiar que la sufre. El deterioro del enfermo aumenta la carga emocional del cuidador. En muchas ocasiones tan sólo el afecto mantiene ligado a la vida a esa persona que vive sin memoria. Caricias, abrazos, besos son la única terapia, la única manera de conectar al paciente con los sentimientos que emanan de los recuerdos. Revivir.

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