La ronda que ha llevado a cabo Felipe VI con los partidos del arco constitucional- menos 4 que no han querido acudir a la consulta- ha durado 48 horas. Ha sido una muestra de cómo cambia el mapa de los grupos de unas elecciones a otras, desde abril hasta 10 N. Más grupos que nunca. Se ha comentado mucho que el monarca lleva en 5 años un record de rondas, puesto que su padre Juan Carlos I en 38 años de reinado solo le adelanta por dos

Lo que ha llamado la atención no es que algunos representantes de la voluntad popular en el Congreso digan no a Pedro Sánchez, el candidato socialista al puesto de presidente de Gobierno, sino que apuesten por terceras elecciones, es decir, una repetición electoral más. Son los mismos que le achacaron hacer esta repetición (Rajoy hizo otro doblete). Tienen una doble vara de medir y un opinión sesgada y están en su derecho. Tal vez esperan ganancia a río revuelto o que su socio en la jugada, el Partido Popular, se alce con una victoria y sea su vez para presentarse a la investidura (futura, improbable). Su preferencia es legítima, pero su contundencia es más ideológica que otra cosa.

Se sabe quiénes están abiertos a dialogar y a apoyar al líder socialista, aunque todos están pendientes de la decisión de Esquerra republicana de Catalunya, y de su calendario. En la otra ronda, la de negociaciones, cuyo último episodio tuvo lugar el pasado martes en Barcelona, se observaron o pusieron en evidencia «avances» pero queda pendiente otro encuentro (¿definitivo?) o más.

Estas rondas del Rey son obligadas y suponemos que actúan todos con sinceridad y buena fe y dicen lo que piensan y lo que van a hacer en el Congreso si lleva el gran día de la investidura y votan sí, no o se abstienen, lo que en este caso que nos ocupa puede ser clave. La llave de paso la tiene ERC y lo sabe, pero está pendiente de su congreso y de decisiones judiciales nacionales e internacionales, que van a resultar decisivas, de hai que juegue con prudencia, a amagar y no dar. Y no es por falta de criterio, o de interés, sino que aunque pueda parecer falta de seguridad- en su puga con JuntsxCAT, es que hay factores endógenos y exógenos que pesarán.

El único que podía salir con el encargo es el actual presidente de Gobierno en funciones. Pero es él quien al tanto de las segundas rondas de negociaciones, podía retrasar su decisión, hasta estar completamente seguro de contar con los apoyos necesarios -un ejemplo también que hace doble juego es Coalición Canaria- y también como hizo Rajoy demorar el asunto (lo que hubiera llevado a segundas rondas con el Rey).

El mapa es más complicado por la fragmentación de la representación en las Cortes, la existencia de muchos partidos, con poca representación pero decisivos. Y cada uno tiene lo que ha llamado su agenda o sus exigencias. Pero esto no es nuevo, ha existido siempre y Pujol usaba esta carta con Felipe González y con José María Aznar. Los diputados han de defender esos objetivos para sus demarcaciones por las que han sido elegidos, para cumplir un mínimo de sus programas y no se puede decir que vendan le voto o que se lo compren. Son reclamaciones que llevan años como en Asturias o en Teruel. O en la Comunitat Valenciana. Otra cosa es si los futuros presupuestos podrán cargar con todo y cumplirlo en 4 años, si esta legislatura dura.