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Butaca de patio

Genios y canallas

¿Se puede ser un genio de la literatura, la música o el cine y al mismo tiempo ser un canalla y un indeseable? ¿Puede contemplarse sin reproches la obra de un apologista de los nazis? ¿Es posible trazar una línea divisoria entre una novela magistral o una película magnífica y la conducta reprobable de su autor? Está claro que el debate se plantea con frecuencia y, desde luego, no ofrece respuestas nítidas. Ahora, en las últimas semanas, ha vuelto a reaparecer con fuerza a partir de la concesión del Nobel de Literatura al escritor austriaco Peter Handke. Autor de una estimable obra literaria, que ha transitado por varios géneros, Handke se significó durante las guerras balcánicas de los años noventa por su apoyo descarado al líder serbio, Slobodan Milosevic, más tarde encausado por el Tribunal de La Haya y considerado un genocida por sus víctimas en Bosnia y por buena parte de la opinión pública mundial. La librera Salma, una adolescente durante el asedio de Sarajevo (1992-1995), lo resumía en unas recientes declaraciones de un modo muy lúcido: “Un Nobel es algo grande, no cualquier premio para dárselo a alguien que dice que aquello que yo viví no pasó”. Las protestas se han extendido al recibir el autor de El miedo del portero ante el penalti el galardón del Nobel el pasado martes en Estocolmo. La indignación frente a Handke podría ampliarse a otros casos muy llamativos como el del cineasta Roman Polanski, condenado por la violación de una menor, y a muchos otros artistas e intelectuales.

Pero tampoco resulta necesario buscar ejemplos fuera de nuestras fronteras o alejarse de la lista de los premiados con el Nobel de Literatura. Así pues, el caso de Camilo José Cela, un brillante escritor que fue censor de libros en la terrible posguerra del franquismo, también suscitó una notable polémica cuando recibió el premio a mediados de los años ochenta. En aquella época muchos medios de comunicación y numerosas instituciones culturales pasaron de puntillas por ese siniestro episodio de la biografía del autor de La colmena. Algunos sostienen que no puede invalidarse una obra por las actitudes políticas o morales de sus autores, pero en el otro lado muchos argumentan que un lector o un espectador tienen derecho a conocer las trayectorias de sus escritores o cineastas preferidos. Por un doble motivo: en primer lugar para interrogarse sobre la ética de esos intelectuales y, en segundo lugar, para comprender mejor sus obras artísticas que siempre hunden sus raíces en las experiencias vitales de sus creadores. En el fondo, se trata también de una cuestión de memoria histórica, de situar a los artistas en su época. Las novelas de Miguel de Cervantes, las pinturas de Velázquez o de Goya, la música de Manuel de Falla, la poesía de Federico García Lorca o el cine de Pedro Almodóvar son fruto y expresión de los momentos históricos que les tocó vivir. Después que cada uno decida, en conciencia, cómo y por qué se acerca a esas creaciones artísticas. Pero sin ignorar la biografía de los artistas.

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