En los estertores de la semana grande navideña me siento desconectada al no haber podido escuchar una palabra del mensaje del Rey en directo ni seguir ninguno de los especiales con lo mejor de cada casa por disfrutar de una Nochebuena con un buen número de menores afinando sus gargantas como para ir a «Got Talent». Tampoco vi a la dicharachera reportera de «Las Mañanas» de La 1 inventarse que le había tocado El Gordo de la Lotería, retransmisión de la que soy objetora. Pidió disculpas, hablando de sí misma en tercera persona al más puro estilo de la Aída Nízar de GH, pero el mal ya estaba hecho. Siempre fastidia que te engañen, incluso aunque lo haga alguien por la tele que no te importa nada.

Para ver ficción, nada mejor que la profesional, y en estos días en los que reina el amor, con «Love Actually» incluido, me he dejado envolver en las delicias culinarias de Isabel Coixet. Su serie para HBO se degusta con rapidez en ocho episodios de entre media hora y tres cuartos sobre el inicio de una relación entre dos jóvenes que se conocen gracias a una app de contactos para amantes de la cocina, la «Foodie Love» del título, un buen antídoto con olor a especias al bache de imagen de estas aplicaciones tras comprobarse que puedes topar con un descuartizador.

Los mejores episodios son los cuatro iniciales, las primeras citas. Un café que acaba en cuatro o cinco, unos peligrosos cócteles servidos por Yolanda Ramos, unos sorbidos fideos japoneses. Cuando intentas adivinar qué tomarán la próxima vez, el actor argentino Guillermo Pfening viaja a Roma y pasea por esas calles que parecen creadas como plató de una película romántica, comiéndose un helado mientras habla por teléfono con la chica, interpretada por Laia Costa. Para no perderse, el monólogo de la profesora que dejó la Academia para ser la filósofa del helado, entendido como las historias de amor: «Te las comes porque piensas que nunca van a terminar. Porque si imaginaras el final, igual no empezarías... O sí?».

Las dificultades como pareja de Él y Ella -nunca sabemos sus nombres- resultan menos frescas al mantener hasta el final el misterio del doloroso pasado de la chica, un tanto rebuscado, sin entrar en detalles destripadores. Si le gusta Isabel Coixet, le encantará «Foodie Love», cocinada con los ingredientes que a ella le interesan: las conversaciones y los pensamientos paralelos, los lugares con encanto y la comida en general, la japonesa e italiana, en particular.