Son numerosas las ciudades europeas que se han desarrollado y prosperado gracias a la actividad de sus puertos, conformando una relación de convivencia como una auténtica pareja de hecho. Holandeses, flamencos, italianos o españoles que viven en Roterdam, Amberes, Génova o Barcelona se sienten orgullosos de sus ciudades y reconocen - y valoran- la importancia que sus puertos tienen en su desarrollo económico y social.

En València, por el contrario, hay quienes consideran que el desarrollo del puerto es incompatible con el desarrollo sostenible de nuestra ciudad e incluso quienes cuestionan la necesidad de su ampliación. Creo que es un debate equivocado: tanto el crecimiento de la ciudad como el del puerto deben ir de la mano para conseguir un desarrollo y una movilidad sostenible y generar empleo de calidad en beneficio de la ciudadanía.

Creo, sinceramente, que no podemos, ni debemos, renunciar a la importancia estratégica del Puerto de València y que debemos trabajar para que la pareja de hecho que conforma con la ciudad sea una relación de convivencia estable y duradera.

No debemos olvidar que el Puerto de València debe ser capaz de competir en el nuevo contexto internacional y hacerlo de forma sostenible para contribuir a reducir las emisiones de CO2. Un contexto internacional en donde el comercio internacional y el tráfico marítimo tienen una importancia creciente y en el que la crisis económica ha conllevado una reestructuración de la industria marítima caracterizada por una concentración de poder de las navieras, el aumento del tamaño de los buques y una redefinición de los itinerarios internacionales en busca de aquellos puertos dotados con las infraestructuras, instalaciones y servicios automatizados adecuados a sus exigencias.

Y en este contexto, el Puerto de València es actualmente uno de los más importantes, estratégicos y eficientes de la Unión Europea. Está conectado con más de 1.000 puertos de los cinco continentes y tiene capacidad para distribuir eficientemente mercancías en un radio de 2.000 km, tanto en los países del Sur de la Unión Europea como en los del Norte de África y su área de influencia en España abarca un radio de 350 km -donde se produce el 51 por ciento del PIB español y reside la mitad de la población activa.

Pero si queremos mantener su posición de liderazgo, el Puerto ha de aumentar su inversión para atender el mayor tráfico futuro y las demandas de las navieras y operadores, puesto que la alternativa es que pueden optar fácilmente por otros puertos y destinos para sus operaciones, siendo nuestros principales competidores el puerto de Barcelona, el de Algeciras, Tánger MED, La Spezia, Pireo, Malta, o Sines. Puertos que no sólo son competidores directos, sino que además cuentan en muchos casos con costes de estiba mucho menores y que están mucho menos preocupados por la sostenibilidad ambiental que las autoridades españolas y valencianas. No podemos cambiar solos el futuro del comercio, pero en nuestra manos está hacerlo mucho más sostenible.

Creo, sinceramente, que es necesaria la ampliación del Puerto de Valencia. Se estudiaron en su momento todas las opciones y se emitió la correspondiente Declaración de Impacto Ambiental. Si es necesario o no emitir otra Declaración, corresponde decidirlo a la Administración competente en base a criterios técnicos y no políticos. Y no tengan duda alguna de que si se requiere se hará en cumplimiento de la legalidad.

Es incuestionable el compromiso del Consell de Ximo Puig y del Gobierno Central por la lucha contra el cambio climático y el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible. Por eso, considero imprescindibles las inversiones que va a acometer la Autoridad Portuaria de València para reducir las emisiones de CO2 y otras partículas contaminantes, así como para ser el primer puerto de Europa en utilizar la energía del hidrógeno y para conseguir ser autosuficientes energéticamente en 2030 gracias a la implantación de energías renovables, eólicas y fotovoltaicas.

El crecimiento del Puerto llevará consigo un aumento del tráfico y será preciso resolver la mejora de los accesos viarios y ferroviarios y, sobre todo, desarrollar - como se prevé en el Pacto Verde Europeo-, una movilidad de bajas emisiones basada en un transporte moderno y limpio de modo que, en 2050, el transporte esté plenamente descarbonizado.

En definitiva, es posible crecer y hacerlo de una manera sostenible. La lucha contra el cambio climático es irrenunciable, pero ello no significa parar de crecer, dejar de invertir y volver a la autarquía. Al contrario. El Pacto Verde Europeo contempla todo un paquete de medidas y un Plan de Inversión Sostenible con la aportación de 1 billón de euros en los próximos 7 años para hacer crecer a Europa, -y por extensión a España y también a la Comunidad Valenciana-, como la región mundial más sostenible del planeta.

Para la Comunidad Valenciana el puerto supone algo más que una gran infraestructura, es un instrumento estratégico para nuestro desarrollo. Y el desarrollo, o es sostenible o no será.