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Estrategia y virtudes

Tenemos Gobierno. Pensábamos que hoy domingo conoceríamos la composición completa del nuevo gobierno de nuestro país, al igual que había sucedido, más o menos, en anteriores ocasiones. Sin embargo, no ha sido así, y cada día de esta semana hemos ido conociendo los nombres de los integrantes del ejecutivo, porque la forma de hacer política ha cambiado, aunque todavía se manifieste cierta extrañeza ante nuevas situaciones y comportamientos. De la misma manera que ocurre con nuestra actitud ante el cambio de época que estamos viviendo. Diecinueve de los veintiocho países de la Unión Europea tienen gobiernos de coalición desde hace tiempo, si este sistema de coalición significa que nuestro modelo ha cambiado definitivamente o se trata de algo transitorio, es pronto para saberlo.

El comienzo de año, y en general cualquier comienzo, además de ser un reto supone un punto de partida para mirar al futuro, tanto en lo individual como en lo colectivo. Es tiempo de diseñar y fijar estrategias. Frente a los que opinan que la mejor estrategia es no tenerla, están los que consideran que todo el mundo necesita una estrategia. Pero, ¿realmente se debe tener una estrategia?. Opino que sí. La relación precisa entre los elementos fundamentales de toda estrategia como son, los fines, los modos y los medios, ha de conducirnos indefectiblemente a la consecución de nuestro objetivo, que es el fin que pretendemos y lo que nos proporciona el éxito. En esta nueva etapa política que comienza los partidos políticos han de tener ya su estrategia planificada porque la campaña terminó con las elecciones.

Nos parece que vivimos tiempos difíciles social y políticamente, pero sólo se trata de una verdad relativa. Una retrospectiva histórica nos llevaría rápidamente a la conclusión de que no es así, y que simplemente hay afrontar este momento de la historia con estrategia. No hace falta que refiera ejemplos del pasado, cada uno que elija el que prefiera.

Nuestra civilización occidental se ha configurado sobre la base del legado político, legal, social y cultural de la Antigua Roma. Las llamadas «virtudes romanas» personales y públicas, cuya aplicación supuso para la Republica Romana alcanzar mayores logros y mejorar el orden social, siguen vigentes actualmente. Por ello, y abstrayéndonos del periodo político en el que nacieron dichas virtudes, poner en práctica algunas de ellas con mayor ahínco se hace necesario en este tiempo. Así, yo destacaría, la «Comitas» o buenas maneras, imprescindibles en cualquier comportamiento personal. La «Firmitas» o habilidad para defender, frente a otras, una propuesta. La «Pietas» para respetar el orden natural social. La «Aequitas», o necesidad de trabajar por la justicia e igualdad tanto dentro del gobierno como entre las personas. La «Constantia», o fidelidad a nuestros propios principios. Y, no quiero dejar de nombrar a la «Iustitia», que según los romanos se expresaba por leyes y gobiernos sensatos. La «Patentia» esa cualidad y habilidad que se debe tener en situaciones difíciles, y finalmente, el coraje que han de tener los líderes de la sociedad y del gobierno, es decir, la Virtus.

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