Desde los años 70, las Naciones Unidas hablan de la seguridad alimentaria —proporcionar suficiente alimento a todos los humanos en todo el mundo— y del reto que supone. Una de las piezas que ayudaría a lograrla sería mejorar la agricultura, haciéndola a la vez más productiva y respetuosa con el medio ambiente.

En esta línea, un estudio publicado en la revista Trends in Plants Science pone las raíces de las plantas en el punto de mira. El motivo es que la ecóloga del CREAF Catherine Preece y el profesor del CSIC en el CREAF Josep Peñuelas apuntan a que los exudados de las raíces de las variedades silvestres podrían mejorar la fertilidad del suelo y hacer los cultivos más resistentes a las plagas, ya que segregan mayor cantidad de estos compuestos característicos comparado con las variedades que utilizamos para el cultivo. Estos exudados que liberan las raíces pasan a formar parte del mundo subterráneo de la planta: la rizosfera.

«Entre los compuestos exudados se encuentran azúcares, ácidos orgánicos y otros metabolitos, que pueden hacer de repelentes contra los patógenos o atraer bacterias beneficiosas, como son las bacterias fijadoras de nitrógeno que ayudan a las leguminosas a crecer. Otros mejoran la disponibilidad de algunos nutrientes como el fósforo», explica la doctora Preece. En el caso de las variedades que utilizamos para cultivar, «después de años de selección artificial, los exudados han perdido algunas de estas propiedades que las plantas silvestres sí conservan», añade.